GUANCHES CON APELLIDOS CASTELLANOS
Por Justo Guanche Guerra - Aguere
Como decíamos ayer, Justo Fernández ( amigo palmero, muy polémico y con fuerte carácter, pero buena persona) contertulio que todavía parece es de la Cadena Cope-radio, entre otros medios nacionales y locales, nos asombra constantemente. Tiene la fea costumbre de no decir "toda la verdad de las cosas", y una vez más, bajo nuestro punto de vista, nos defrauda con sus personales apreciaciones de carácter inexacto ya sea en el Scaner de Canal 7 de Tenerife, o allí donde lo dejen hablar, por su parcialidad objetiva en temas cuyos contenidos queda claro no domina con acierto. Interpreta las cosas a "ojo de buen cubero" y con claro partidario sesgo "halando la sardina para su brasa" (se ignora cual) en los debates.
En el calor que los debates suscitan (varios entre ellos uno sonado con Jesús Gil, anteriormente con José Mª Ruíz Mateos o con Pedro J. Ramírez) hace ya algunos años, a la indicación que hace uno de los intervinientes peninsulares en Cope ( concretamente el malogrado Luis Herrero), afirmaba que los guanches estarían contentos con las lluvias caídas por aquellos días, a lo que Justo espetó tajantemente: "¡guanches con apellidos castellanos, que risa!, y se quedó tan pancho como siempre que da la nota de medio canario. Pero que él sí parece guanche por el tamaño y aspecto, pero sobre todo por la incultura histórica de que parece adolece.
Debe saber el Sr. Fernández y todos aquellos que viven en semejante "oscuridad histórica", que la fórmula utilizada por los colonizadores españoles desde los prolegómenos a la conquista de Canarias, luego extensible a América, fue el apadrinamiento o patrocinio laboral con nombres y apellidos para aquellos que en adelante serían "sus protegidos", imponiéndoles disciplina y cultura propia, haciéndoles renunciar a la suya castellanizando sus vidas a la par que por imperativos de la misma religión o por estrategia de política administrativa y de control. Importante es saber que los nombres se imponían según el santoral del día en que se efectuaban los bautizos, a veces en masa, salvando tal requisito algunos Menceyes o Faicanes y algún plebeyo como lo fue Doramas, no descartándose otros muchos más casos aislados como aún hoy se puede constatar. El patronímico "Guanche", es apellido aún muy corriente en Tenerife sobre todo, como "Doramas" en Gran Canaria.¿Quién se cree que Jean de Bethencourt,ha dado paternindad biológica a la cantidad de Betancores, Betancoures... que tienen ese apellido en Canarias, Península y toda la América?
Por qué..., ¿no pretenderá Justo apuntar que los castellanos conquistadores exterminaron 120 mil aborígenes que poblaban las Islas en aquellas fechas, durante unos cien años de conquista, que lo hace más difícil aún?
Si nos situamos al otro lato del Atlántico comprobamos como indios mejicanos de etnia asiática que se llaman González, Rodríguez, Pérez o Fernández – el de Don Justo debe corresponder al de los Lugo, es broma –paraguayos guaraníes llamados Solís, negros como el ébano en Las Antillas que se llaman Portocarrero, Antequera (o Washington) O también majoreros de Fuerteventura con el color aún perdurable de su origen bereber que se llaman Britos, Cabreras, Santana, Gil, gomeros llamados Prietos, Negrines, Curbelos, Chineas y otros, cuyo significante ya los define, a más de los que intentan camuflar la identidad denigrante de su verdadero origen, y así un largo rosario de patronímicos, algunos que no se corresponden con el claro tronco étnico de procedencia para, a veces, según convenga, tergiversar interesadamente los mismos archivos eclesiásticos. Esto es común a todos los procesos colonizadores no solo hispanos, sino anglosajones, franceses, holandeses... o chinos.
Superada felizmente la teoría del exterminio casi total de los guanches (no del todo, pues aún hay dictámenes universitarios científicos que apuntan que sólo fueron las hembras aborígenes las que "escaparon al encuentro colonizador" en Tenerife); nada más disparatado por haber supuesto un genocidio que en pleno Renacimiento se hubiera denunciado y no lo fue. Ni siquiera Lope de Vega. A ello hemos de añadir la falta de verdaderos enfrentamientos armados sumamente violentos o cruentos, salvo Acentejo y Aguere en Tenerife y otros como Guiniguada en Las Palmas, siendo necesarios los casi cien años conocidos para la conquista definitiva de todas las islas, lo que denota el gran valor de nuestros antepasados. Pero también se conocen intentos de conquista por imperios africanos (almorávides antes que invadieran la Península Ibérica en el siglo XIII) que no lograron.
Todo esto nos lleva a considerar, siguiendo a investigadores rigurosos como Wölfel, Fischer o Fusté que nos apuntan: la población superviviente netamente aborigen se acerca al 80 por ciento al final de la conquista e inicio del proceso colonizador, en varias etapas como sabe y con intercambio de individuos, y al final del mismo siglo XVI los 2/3 aún son autóctonos.
Hemos de tener en cuenta, igualmente, otro gran valor añadido: el gran número de mujeres aborígenes a las que los conquistadores primero y colonizadores después, escasas de ellas, no hicieron remilgos, fructificando abundantemente tal prolífica unión bendecida por la misma Iglesia, desde cuyo momento sí se impuso la prioridad del apellido castellano que no cesa, perdurando, no obstante, como queda dicho, los casos aislados de rebeldes o alzados que vivieron "su vida" con sus ganados, con sus costumbres hasta bien entrado el siglo XVII, e incluso el XVIII.
Disponemos, además, de la numerosa y aún conservada terminología aborigen por toda la geografía canaria de la que citaremos sólo algunos de cada Isla: Tacande. Argual, Tedote, Tenagua... Echedo, Erese, Tiñor... Tagaluche, Alojera, Garajonay... Tahodio, Teno, Icodem, Tijoco... Tirma, Bentaiga, Gando, Arguineguín... Tuineje, Tarajalejo, Tindaya... Tinajo, Guines, Tahiche, Guanapay... y un largo etc., que denota claramente cual fue el grado de poblamiento antes de la llegada de los españoles, para que a pesar del "aculturamiento", aún se conserven miles de topónimos, que algunos quieren ignorar, y lo que es más grave, por aquellos que aún llevan en sus rostros la genética aborígen producto del cruzamiento de sus antepasados por uno, por el otro, o por ambos ancestros. Lamentable por patético.
Don Justo Fernández, que es sólo medio canario, debe saber que por aquella regla tiene la mitad, en principio, de origen "benahorita" en La Palma en la que sólamente treinta familias colonizaron la Isla de más de siete mil aborígenes, según cuantifica el Dr Paez (aunque hay otros historiadores que apuntan que no había ni mil cuando llegaron portugueses y flamencos) siguiendo a Gaspar de Frutuoso, que comprobó, sesenta años después de la conquista de esta isla, gran cantidad de benahoritas que continuaban adcritos a las dehesas de pastorío tradiconales, bajo control y administración castellana, según recopila Pedro Leal. Sería como apuntar que la polbación hispanorromana desapareció con la llegada de los visigodos o estos por la invasión musulmana en el año 711 que permanecieron hasta 1492. La verdad hay que decirla tanto si se es de UGT-Psoe, Banca, o si se es un simple canario de a pie o si se es nacionalista por cultura o convencimiento (o por sentido común si se sabe sumar siguiendo el método aristotélico), aspecto éste aplicable a todos los pueblos autoctonos que integran las naciones del planeta (constituídas en estados o no) desde cualquier momento de su historia pasada, e incluso presente, aún con la globalización que ya nos alcanza a todos, como mejor fórmula de convivencia y nivel de vida.
¡Españoles, europeos y ciudadanos del mundo sí, pero renunciar a nuestros ancestros y costumbres e idiosincracia, no!, como tampoco lo hacen los belgas, luxemburgueses o malteses por ejemplo. Una cosa no está reñida con la otra y buena prueba de ello es la cobertura que esta web concede a estos temas tan cercanos, culturales y de paso de verdad muy interesantes. Porqué, todos descendemos de un ser único (originario de África según todos los pronunciamientos) con formato racional que todavía no hemos podido determinar.