¿ZERTUCHA DIÓ MUERTE A MACEO?

Por Leonardo Griñan Peralta

En el año 1896, Máximo Zertucha era un hombre culto (Doctor en Medicina de las Facultades de La Habana y México, según se ha dicho), sumamente locuaz, de unos cuarenta años de edad, blanco, delgado, de regular estatura, de pelo rubio canoso y de ojos azules cuya miopía le obligaba a usar lentes. Si bien no se puede asegurar que su padre murió asesinado de una puñalada en la calle Trocadero (La Habana) y que su hermano estaba preso en La Cabaña en diciembre del año 1896, después de haber sido Alcalde de Bejucal, sí es cierto que, como afiliado al Partido Unión Constitucional, el partido de los "integristas", había desempeñado el cargo de Alcalde, y mas tarde, el de Juez Municipal de Melena del Sur, distinguiéndose en la persecusión de Manuel García, célebre patriota y bandolero.
El doctor Zertucha conoció a Maceo en el año 1892, cuando, siendo Médico de los vapores de la Compañía Trasatlántica, en uno de sus viajes por la América Central, estuvo en Puerto Limón (Costa Rica). De esas relaciones resultó la conversión de Zertucha al separatismo y su abandono del puesto que venía desempeñando en la citada compañía para poder permanecer en Cuba al tanto del movimiento revolucionario, entonces en preparación.

Cerca de un año después de estallar la Guerra de Independencia, es decir, el día 4 de febrero, se unió a las "fuerzas" de Pedro Díaz en Melena del Sur; el día 13 del siguiente mes, Antonio Maceo le nombró Jefe de Sanidad de las fuerzas invasoras, e, incorporado a su Estado Mayor, sustituyó al doctor Frexes en la Secretaría Particular del Lugarteniente-General y fue Médico de éste en sustitución del doctor Hernández.

Murió Antonio Maceo, y, probablemente, el día 10 de diciembre se "presentó" en San Felipe (Habana) al coronel español Guillermo Tort. ¿Por qué se presentó Zertucha a las autoridades españolas? Porque este hombre impresionable había ingresado en las filas mambisas atraído exclusivamente por devoción personalísima al General Maceo; y muerto éste, consideró sin objeto para él permanecer en el campo de la Revolución. El mismo Nodarse dijo después que, al morir Maceo, Zertucha había exclamado: "¡Ay Nodarse! ¡Se acabó la guerra! ¡Vea este cuadro! ¡Muerto!"...

Se presentó Zertucha y suministró a las autoridades cuantas pruebas pudo portar para convencer a todos de que Maceo había muerto. ¿Por qué? Porque Zertucha era extremadamente locuaz. Porque su intimidad con Maceo hacía que él fuese, en la fecha de su presentación, "el hombre del día"; y, lleno de vanidad quería hacer notar su proximidad al héroe temido y admirado. Además, él sabía cuánto habrían de agradecerle esas pruebas los españoles; y, en su situación, ese agradecimiento podía serle muy provechoso, sobre todo si era cierto, como dijo, que pretendía irse a vivir a España.

De lo publicado en el "periódico político" titulado "La Independencia" ("periódico de los revolucionarios cubanos"), publicado en Manzanillo con fecha 31 de diciembre del año 1896 (Año 2. No. 27), resulta que el día 12 de diciembre de 1896, desde Jacksonville, Filadelfia, Enrique Trujillo, residente en 51 New Street, New York, recibió un telegrama en que Emilio Nuñez le decía: "Carta recibida Habana con detalles General Maceo. Este con Estado Mayor asesinados. Complot Ahumada. Zertucha".

Tres días después de haberse acogido Zertucha al indulto ofrecido por los españoles, se publicó en el "New York Herald" una carta en la que se aseguraba que él había recibido cincuenta mil pesos para dar muerte a Maceo, aseveración que fue desmentida al siguiente día (14 de diciembre) por el Corresponsal de la Prensa Asociada residente en La Habana.

En Tampa, en el "Club Profesional Federico de la Torre", se efectuó una reunión para discutir la forma en que se debía vengar el "asesinato" de Antonio Maceo. Y en comunicación de fecha 30 de diciembre del 96, dirigida al ciudadano Secretario de Relaciones Exteriores del Gobierno de la República en Armas, decía el Delegado Tomás Estrada Palma: "Es de suponer que, al recibo de ésta, ya se habrá reunido al Gobierno el General José Miró, testigo presencial del tremendo suceso, y de quien, por carta a nuestro Agente en La Habana, hemos sabido la verdad del hecho. Se creyó, al principio, que mano alevosa, en combinación con el General Ahumada, había asesinado al General Maceo. Hoy, aunque sabemos que éste murió en combate, abrigamos aún la sospecha que el doctor Zertucha, médico de confianza del último, haya tenido algo que ver con respecto al encuentro de las tropas españolas y el General Maceo. El doctor Zertucha, inmediatamente después de la muerte del General, se presentó al enemigo, quien le ha dejado en libertad, tratándole con toda consideración y permitiendo que envíe a la redacción del "Herald" correspondencia en que hace elogios del General Maceo, pero, a la vez, lanza ataques contra algunos miembros de nuestro gobierno, intentando así imprimir descrédito a la Revolución. Como he recomendado con interés a nuestro agente en La Habana tome el mayor empeño en descubrir la conexión que haya podido tener ese doctor apóstata con la muerte del General Maceo"

También se dijo en New York que Zertucha había dado muerte a Maceo cumpliendo lo convenido en un complot fraguado por Manuel de la Barrera (Jefe de Policía de La Habana y agregado al Estado Mayor de Weyler), el Coronel Guillermo Tort y él; pero parece que detrás de estas imputaciones, probablemente fundadas en el conocimiento de su amistad con el Coronel Tort (de la Guardia Civil), había un viejo resentimiento surgido contra él en la época en que, como Alcalde Municipal de Melena del Sur, perseguía a los que entonces eran considerados como cómplices de Manuel García, y, posteriormente, como patriotas que, ayudando a aquél, creían ayudar a Cuba.

Pero, si fue Zertucha quien mató a Maceo, ¿qué hicieron los que lo sabían durante los tres días que él tardó en presentarse al Coronel Tort? ¿Por qué no fue fusilado Zertucha inmediatamente? La contestación es obvia. Si los cubanos, que adoraban a Antonio Maceo, no cumplieron su deber como devotos compañeros y como militantes que creían ser, fue porque entendieron que no había razones para ello. Afirmar lo contrario sería caer en el absurdo de pensar que no amaban a su caudillo, o que no eran hombres de honor los que, precisamente por serlo, vivían en constante peligro de muerte y creían que "morir por la patria es vivir".

Las sospechas recayeron en Zertucha con posterioridad a la "presentación" de éste. Pero el hecho de que él abandonase las filas del Ejército Libertador no puede significar en modo alguno que él hubiese siquiera deseado la muerte de Maceo. Por el contrario, ello puede estimarse como una prueba de que para Zertucha, como para tantos otros, Maceo era la Victoria, y, su muerte, el fracaso de la Revolución. El mismo lo dijo al Corresponsal del "Diario de la Marina" en el Ingenio Merceditas, el día siguiente al de su sometimiento a lo que entonces era "la legalidad", con estas palabras: "Maceo encarnaba indudablemente el espíritu intransigente y tenaz del separatismo. Era el único hombre que hubiera resistido hasta los últimos momentos mientras le hubiesen quedado fuerzas y vida. Creo que su muerte facilitará muchísimo la pacificación de la Isla". Y, efectivamente, si la muerte de Maceo no facilitó la pacificación de la Isla, dificultó, sí, el triunfo de la Revolución. O lo imposibilitó. Por lo menos, desde entonces fue más fácil que antes la ingerencia americana.

Continuaron las acusaciones contra Zertucha, y, el día 26 de diciembre, al ser interrogado por el Corresponsal de "La Lucha", de La Habana, declaró que se iría a vivir a Vizcaya (España) "si los señores de New York no le sacaban de sus casillas y le obligaban a publicar su defensa". Y como desde entonces cesaron los ataques contra él, no faltaron quienes considerasen que aquellos acusadores habían sido silenciados por alguien que temía ser acusado por Zertucha. ¿No parece todo ésto un exceso de suspicacia? ¿Y no ha de haber suspicaces en donde tanto abundan los astutos? Fue así como, con aparición de un nuevo responsable, se agrandó el misterio.

Ahora bien; ¿sabía Zertucha que había sido un cubano el autor de la muerte de Maceo y estaba dispuesto a guardar el secreto siempre que no le sacasen de sus casillas, obligándole a publicar su defensa, los señores de New York? ¿Cuál era el secreto? ¿Qué creía él, poder decir contra los señores de New York? Acaso lo mismo que Maceo había lamentado tantas veces: el abandono en que se tenía a su gente: la escasez de hombres, armas y municiones, mal que la Delegación de Cuba en New York no había puesto empeño en remediar.

Donde no hay perspicacia y sagacidad, no puede haber Leadership. Nadie que sepa cuánto contribuye a la formación del leader el conocimiento que éste tenga del corazón humano; nadie que sepa hasta qué punto fue un leader Antonio Maceo, podrá dejar de considerar muy improbable que éste hubiese confiado en un hombre capaz de traicionarle. Los verdaderos leaders se equivocan muy pocas veces al juzgar de la lealtad de los hombres que ellos seleccionan atendiendo, precisamente, al grado de confianza que éstos les inspiran. ¿Por qué, si no, hubo de ser Zertucha Secretario particular y Médico de Antonio Maceo?