Por Miguel Leal Cruz
Para obtener alguna conclusión definitoria habría que hacer un exhaustivo extudio de su polémica existencia en lo cultural y en lo político principalmente, a través de historiadores, prensa o personas que le conocieron.
En el periódico La Tarde de Tenerife, de fecha 7 de diciembre
de 1953, pero con más dinamismo con fecha 28 de diciembre del mismo
año, el doctor J. Goyanes Capdevila, que conoció personalmente
a Miguel de Unamuno al que acompañaba en diversos viajes por el norte
de España, escribe unos interesantes artículos. En los mismos
nos aporta una interesante descripción física y humana del
mismo. En el de fecha, 28 de diciembre, para el citado periódico,
entresacamos: Era don Miguel conocido por todos los españoles
de vista o por retrato. Era un hombre leptosomático pero bastante
fornido y no muy alto de estatura. Su disciplina social estaba un poco relajada,
pues disentía o quería distinguirse de los demás de
su tiempo y de su posición social...
Nunca vi a Unamuno con abrigo o capa, pero se tocaba la cabeza con un
sombrero, blando, redondo y negro... El hábito de Unamuno era intermedio
entre laico y religioso...
Su conformación cefálica era de tipo vasco (recordando
también a los individuos vasco navarros)... No le interesaban
las cosas fútiles, banales o frívolas como el fútbol
o los toros y otros espectáculos. Por ello podía repetir la
conocida frase de Espinosa `non ridere, non lugere neque delectare sed inteligere´o
sea leer entre líneas, leer lo que otros no leen.
Se pregunta el articulista ¿Era sociable don Miguel o misoneísta?
Cuando se aislaba para estudiar o escribir no quería que nadie le molestara, pero nunca su aislamiento llegó al de aquel ingenioso escritor que puso en la puerta de su casa un letrero que decía los que le visitan le conceden un gran honor y el que no me visita que causa una gran alegría.
Y continúa el articulista cuando dice: Porque Unamuno, para
vencer su tedio visitaba con frecuencia la capital de España donde
se reunía con sus amigos y con los que discutía. Y pensaba
Unamuno que cuanto más alto pone cada uno su pensamiento
más se aísla de la vulgaridad social del medio. Por que en
sociedad hay que hacer concesiones al buen tono...
Por eso los hombres de espíritu y a cierta edad tratan de aislarse
del medio social siguiendo aquellas máximas que nos legaron los pensadores
misoneístas... Todo el afán de Unamuno era corregir el pensamiento
o la acción de los que creía equivocados sobre todo los perjudiciales
para la patria o la sociedad como los de los gobernantes y esto, claro es,
le habría de proporcionar enemigos, y si los enemigos eran poderosos,
venía el condigno castigo. Por ello fue a parar al ostracismo, cuando
la dictadura de Primo de Rivera... Pero nunca empleó sus diatribas
contra la religión... Históricamente atacó de modo
rudo la obra de la dinastía de los Austria, pues los Absburgos (sic)
torcieron el hilo de la historia de España dirigiendo las energías
nacionales a favor de sus intereses políticos y religiosos en Europa...
Finaliza el doctor J. Goyanes Capdevila este artículo diciendo que Unamuno es un erudito, un insignis literaturae homo vir, pues la erudición asimilada es ciencia...
Evidentemente, fue un ser de personalidad desbordante y original, muy polémica y, a veces, siguiendo la trayectoria de sus actuaciones, contradictoria, tanto en su pensamiento e ideas, plasmadas en varios ensayos, poemas, dramas..., como en su actividad política fracasada, careciendo de sistematización en sus principios.
Asimismo, el doctor J. Goyanes nos habla de anécdotas narradas por Unamuno que tuvieron lugar entre el Rey, Alfonso XIII, con un campesino vasco, en uno de los frecuentes viajes que el monarca hacia hasta San Sebastián, conduciendo el mismo su propio coche.
En este mismo rotativo del día lunes 19 de abril de 1954, aparece publicado el extenso artículo de El Español, que firma Fray Albino Obispo de Córdoba, amigo en vida del escritor, bajo el título Miguel de Unamuno en trance con su cuita. Su contenido nos alecciona aún más sobre la relevancia del famoso rector de Salamanca (y desterrado político en Fuerteventura) cuando constatamos una nueva descripción sobre su polifacética y contradictoria personalidad.
Dice Fray Albino: ... por que se le puede considerar como hombre, como cristiano, como literato, como filósofo y aún quizá como teólogo. Y, no sólo estos distintos aspectos se contradicen en él con frecuencia unos a otros, sino que, aún considerándole bajo uno solo, no deja uno de encontrar contradicciones....
Sin embargo, ese mismo año su memoria intelectual sufriría un duro ataque del Obispo de Las Palmas en su contra, que con enorme poder en las conciencias incluidas las políticas de la España franquista, Monseñor Pildain, le ocasionó la pérdida en la práctica del homenaje que se le estaba organizando por ciertos sectores intelectuales y progresistas del momento.
Por su vinculación a la Universidad de Salamanca, corazón de la castellana España, Miguel de Unamuno, en lo personal o a través de sus numerosas obras, jamás se definió o comprometió claramente con el nacionalismo vasco a pesar de sus raíces en aquel territorio. Obviamente tenía conocimiento de los postulados preconizados por Sabino Arana desde el siglo anterior.
Miguel de Unamuno y Jugo había nacido en Bilbao en 1864, hijo de comerciantes vascos que habían emigrado a Méjico donde habían logrado una destacable fortuna. Su padre murió a temprana edad cuando Miguel sólo tenía 6 años. Pronto se refugió en la impresionante biblioteca de su fallecido padre y, tal vez, esa fuera una circunstancia adicional que le convirtiera, ya adulto, en un ser intelectual aunque díscolo y disconforme con algunos hechos. Sobre todo en torno a los acontecimientos políticos y académicos que tenían lugar en la España del momento, pero nunca con la política o sociedad vasca de su tierra natal o nacionalismo chico, a pesar de que su tesis doctoral versaba sobre el pueblo vasco y su propia esposa, Concepción Lizárraga, también era vasca.
¿Conocía Unamuno el cambio radical del fundador del Partido Nacionalista Vasco? Es cierto que Sabino Arana había sufrido prisión por la defensa de los ideales vascos y por lo radical de sus posturas, pero en junio de 1902 esbozó un cambio de táctica en sus planteamientos derivados de las dos posiciones reales en aquellos momentos cuales eran: el posibilismo y el realismo para su proyecto. Así llegó a escribir que: hay que hacerse españolista y trabajar con toda el alma por el programa que se trace con ese carácter, pero que su prematura muerta le impidió llevar a cabo esta nueva estrategia que posteriormente dividió al Partido Nacionalista Vasco en dos tendencias enfrentadas: la posibilista y la independentista.
Pero, en torno a la conducta de Unamuno, sí hemos de considerar la gran aflicción y contrariedad que le produjo el mal trato de que fue objeto durante su destitución como rector de la Universidad castellana, situación que no era nueva para él por los avatares sufridos desde prácticamente 1914 cuando fue destituido como rector de la universidad salmantina por primera vez. Aquella administración que el general Franco pretendía para la España a conquistar en una cruenta guerra que Unamuno no sufriría por haber muerto en sus inicios pero si fue una víctima más de la misma.
En dichos momentos, tal vez, si deseaba un acercamiento a la ideología preconizada por Sabino Arana para reivindicar a sus antepasados vascos, como si lo había hecho otro vasco universal, Julio Caro Baroja que, sin definirse totalmente independentista, sí aceptaba la postura ideológica de Sabino para llegar a votar al Partido Nacionalista Vasco, e incluso el periodista Manuel
Aznar Zubigaray (abuelo del presidente Aznar) que en su primera época llegó a declararse nacionalista vasco y simpatizante del PNV. Unamuno, no llegó tan lejos tal vez, como queda dicho, por su vinculación a la universidad castellana de Salamanca.
Pero sí parece aconsejó a los canarios de estas islas, al ver patente su conformismo con el régimen caciquil injusto, imperante en la sociedad canaria del momento que les obligaba a emigrar especialmente a Cuba. En su primera visita en 1910 invitado como patrocinador de unos juegos florales en Las Palmas de Gran Canaria, a los que dijo: canarios encontraos con vosotros mismos, los unos con los otros. Ignoramos si en su llamamiento ofertaba una salida para aquella situación injusta que tenía lugar a en estas islas, a través de la unidad en torno al sentimiento nacionalista de un pueblo pobre y marginado. O si, por el contrario pretendía insuflar las ideas básicas revolucionarias preconizadas por Carlos Marx o las del socialismo español de Pablo Iglesias, donde militó aunque por poco tiempo, un partido político sin apenas arraigo por aquellos años, pero filantrópico y de izquierdas. Lo que sí parece claro es que pretendió aunar la conciencia de los canarios enzarzados en el secular y nefasto para la integración de los canarios: el llamado "pleito insular" que teñía las relaciones y los intereses de las burguesías de las dos islas centrales enfrentadas desde el año 1808 ( y lo que es mas triste permanece enconado hasta hoy).
En la visita que había hecho a La Laguna en 1910 evocará el pensamiento poético de Nicolás Estévanez, cuya casa y famoso almendro le muestran, y recuerda el reducido concepto que de patria tenía el poeta y político canario, producto, sin duda del hombre aislado, cuando dice: Mi patria no es el mundo... mi patria es una choza, la sombra de un almendro. Concepto que Unamuno rechaza en aquel momento como si fuese un nacionalismo chico más, pero pasados los años, en un artículo publicado en el madrileño periódico El Sol, en 1931, rectifica esta actitud, globalizadora que diríamos hoy, diciendo que: se abarca mejor el universo desde un almendro que desde una aldea o villa, desde un Estado, desde un continente. Esto, a decir de Sebastián de la Nuez Caballero, demuestra que el concepto de aislamiento ( a-isla-miento, como diría) se ha enriquecido y ahondado en su alma en la larga trayectoria que comprende sus contactos con Canarias.
Sin embargo, es obvio que el nacionalismo vasco y catalán desde aquellos momentos resultaba incompatible con la Constitución vigente, lo que explica sus postulados reticentes en torno a los nacionalismos periféricos especialmente respecto a los aludidos. En los debates surgidos en 1932, la derecha agraria castellana se oponía a los estatutos nacionalistas que se discutían, que también hallaron eco en intelectuales como Unamuno, conocida su poca simpatía con estas exaltadas e introspectivas tendencias, que llegó a denominar nacionalismos chicos, aunque nacionalismos en suma, claro.
El espíritu controvertido e inconformista de Miguel de Unamuno, como norma habitual que fue durante toda su vida, recibirá el mayor impacto a la altura del mes de julio de 1936, cuando comienza a vislumbrarse, otra vez, signos de la reacción militar, como hemos dicho. Esta peligrosa situación no era enfrentada por fuerzas vivas y era patente una especie de parálisis de la mayor parte de los dirigentes políticos en cuyas manos estaba una posible capacidad de acción. Unamuno, después de describir la situación que tenía ante sus ojos con muestras de dolor, indignación moral y rabia impotente escribiría: Yo no hablé de ideología, que no hay tal. No es sino barbarie, zafiedad, soecidad, malos instintos y lo que es, para mía al menos, peor, estupidez, estupidez, estupidez.
Pero la permanente contradicción intelectual, espiritual y política de Unamuno, se pudo nuevamente de manifiesto, al comienzo de la guerra civil española (1936-1939), donde hubo numerosos mártires intelectuales como lo sería el mismo Ramiro de Maeztu, vasco como él, que afín a los vencedores caería como consecuencia del temor de ambos bandos hacia los intelectuales. El propio Baroja, aterrado ante la doble barbarie de tradicionalistas y revolucionarios, creyó confiar en el nuevo dictador, Franco, domador de esas bestias feroces, y acabó ingresando en el Instituto de España dependiente del nuevo régimen franquista. Pérez de Ayala, Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, mantuvieron posturas ambiguas. En el fondo la discutida posición de Miguel de Unamuno tenía el mismo fundamento. En un principio se identificó con la causa de los sublevados, por razones de coherencia ideológica, a los que vinculó con la civilización cristiana y occidental; fue, a decir de Tusell: no sólo un partidario de ellos sino un colaboracionista, incluso en expedientes de depuración. Pero pronto supo de sus amigos asesinados en un estúpido régimen de terror.
Como se ha dicho el régimen franquista le ignoró y propició su ruina, intelectual y física, después de su conocida intervención el 12 de octubre en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca, hecho deplorable para un intelectual de su talla y con indicios de clara confabulación contra él. A partir de ese momento se refugiaría en su domicilio, y desde la soledad repudió la mentalidad de cuartel y sacristía imperante en aquella España de Franco situación que le aproximó a la muerte en plena angustia provocada por la discordia nacional, en circunstancias lamentables como apuntamos anteriormente. En aquellos momentos tal vez hubiera deseado desterrarse nueva y voluntariamente en la tranquila isla, pobre y escabrosa pero de un gran misticismo y añoranza para él: la Fuerteventura desértica pero entusiástica.
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Publicada: 05/06/2003