PERIODISMO HISTÓRICO
El Cabo Primero más antiguo de España (I)
Por Miguel Leal Cruz*

El pasado lunes (como colaborador), en el artículo semanal que
habitualmente publica este medio, nos referimos al presidente cubano
Fulgencio Batista que ascendió en poco tiempo desde el grado de
sargento al de coronel de las fuerzas armadas cubanas durante el año
1934 del pasado siglo. Aspecto éste poco ortodoxo y menos aún
frecuente en estamentos militares, salvo Adolf Hitler que sí lo hizo
solo desde la categoría de cabo hasta asumir el mando supremo de
fuerzas armadas nazis en conflicto bélico con varios países desde
principio de los años cuarenta, con desenlace de todos conocido.
Pero estos nada peculiares acontecimientos nos traen al recuerdo otro
similar, éste más modesto, más próximo geográficamente, pero sobre
todo más nuestro y familiar.
En la isla de La Palma a la que acudo con frecuencia por motivos
personales y paterno-filiales (allí actuamos hasta de enfermero),
visité y saludé hace poco tiempo al que fue por varios años el Cabo de
la Policía Armada (entonces) más antiguo de España: Saturnino Leal
González conocido en esta isla de Tenerife, en círculos corporativos,
como el "cabo Leal", mi tío consanguíneo por línea paterna hoy con 90
años de edad y revestido de envidiable salud física y mental.
En efecto, procedente de Marruecos llegó a esta Isla tras la retirada
de la Policía Española del Protectorado, dónde quedó destinado con la
referida categoría de Cabo Primero y aquí prestó servicios desde la
década de los años cincuenta hasta su retiro definitivo. Pero cómo
ocurre a tantos naturales de este Archipiélago "sintió la llamada de
América" (su padre, mi abuelo Donato Leal Ramos, estuvo más de 30 años
en Cuba, entre otros parientes próximos). Emigró a Venezuela una vez
que oficialmente le fue concedida la excedencia voluntaria, cesando en
el escalafón del Cuerpo con aquella categoría.
Allí, con ciertos altibajos, tuvo suerte en lo que emprendía, sin duda
ayudado por la intuición policial que no fue ajena a su relativo éxito
ante atracadores o embaucadores, según él mismo me ha dicho.
Regresó seis años después con algún peculio que le permitiría vivir
con cierta  solvencia, pero, siguiendo el instinto vocacional, pidió
la reincorporación en la Policía que le fue concedida y en la misma
categoría que, ahora congelada, ostentaba anteriormente: Cabo Primero.
Por aquellas fechas, década de los sesenta, en plena etapa franquista
le convocaron para el curso de Sargento, pero qué por circunstancias
que ni él sabe ni se han podido determinar claramente (a más de la
reticencia de su esposa Maestra de Escuela titular), no acudió a la
llamada que, parece ser, nunca le fue transmitida oficialmente.
Con la antigüedad anterior en la clase, más la que acumulaba ahora por
dicha circunstancia, llegó a ocupar por varios años el primer puesto
en el escalafón (en toda España) como lo que siempre fue: Cabo Primero
de la Policía Armada hasta su retiro y jubilación definitiva hace más
de 30 años.
Claro que, como le hemos dicho, si le hubiese alcanzado la democracia
y la unificación de los Cuerpos de Seguridad del Estado (Cuerpo
General de Policía y Policía Armada), tal vez hubiera llegado
a "oficial".
En efecto, con la llegada del Partido Socialista Obrero Español
(PSOE), desde 1982 se inició la unificación de los dos Cuerpos
gubernativos (que además llevaban en el programa electoral), para
constituir la mayor reforma de la Policía Española en toda su historia.
El Real Decreto 669/1984 dispuso que ambos cuerpos quedan bajo el
mando único del Director General de La Policía, y, por tanto, anulada
la Inspección General de la Policía Armada, en aquel momento al mando
del General Santamaría el alférez provisional que más graduación
obtuvo en toda España. Más tarde, el B.O.E. núm. 63 de 14 de marzo de
1986 daba luz a la Ley Orgánica 2/86, aprobada el día anterior, por el
que quedaban unificados los dos Cuerpos e integrados y organizados sus
miembros en la nueva Corporación como funcionarios civiles de Policía;
equiparándose y asimilándose los mandos de ambas Instituciones
policiales, como sigue: Los policías de base (llamados
peyorativamente "antiguos grises") quedan equiparados entre sí, pero
desmilitarizados todos; los Cabos primeros se llamarán Oficiales (su
caso), los Sargentos y Subtenientes equiparados a Subinspectores, los
Alféreces y Tenientes a Inspectores, los Capitanes
quedarán "escalafonados" bajo los Inspectores Jefes o Subcomisarios y
los Comandantes, Tenientes coroneles y Coroneles a Comisarios o
Comisarios Principales, según la antigüedad respectiva en el momento
de la aprobación y entrada en vigor de la Ley. (El Cuerpo de La
Guardia Civil, también incurso en la misma, continuará intocable y con
carácter militar al igual que sus homónimos los Carabinieri en Italia
y Guardia Republicana en Francia)
El Cuerpo Superior de Policía, heredero del Cuerpo General de Policía,
que fue llamado la "policía secreta" con las misiones más difíciles,
comprometidas y políticas del régimen del General Franco, en principio
remiso, aceptó a regañadientes la unificación, si bien las "normas y
costumbres" continuaron por algún tiempo sin apenas
variación "metodológica".

*Publicado en El Mundo-La Gaceta de Canarias, 16 de mayo de 2005

PERIODISMO HISTÓRICO
"El Cabo Primero más antiguo de España" (y II)
Por Miguel Leal Cruz*

Cómo decíamos el pasado lunes en crónica referida al que fue el cabo
de la Policía Armada más antiguo en determinado momento cronológico,
Saturnino Leal González, hemos de añadir que el nuevo Cuerpo de la
Policía Nacional uniformado continuaba siendo una organización
completamente separada del General de Policía convertido en Cuerpo
Superior de Policía, unos 10 mil, en el momento de la unificación.
Aquéllos con un contingente de unos 50 mil funcionarios, disponían de
un pequeño número de mujeres policía que ingresaron tras la entrada de
los socialistas en el poder.
Las misiones de este Cuerpo eran exclusivamente aplicados a la
prevención y restablecimiento del orden público y seguridad ciudadana,
aunque, recordemos todos, que algunos eran conocidos como Segunda
Sección Bis y dedicados, en principio, a espiar conductas contrarias
al orden militar dentro de sus filas, actividad suspendida tras la
entrada en vigor de la Ley Orgánica 2/86, que declara civil el antiguo
régimen militar de este Cuerpo.
Es significativo apreciar que la sana competencia profesional, antes
de la unificación, dio lugar a que a veces era más efectiva la
investigación de la referida Segunda Sección BIS de la Policía Armada,
que la propia de la Policía Secreta, por falta de coordinación entre
ambos Cuerpos en determinadas actuaciones antes de la citada Ley
unificadora.
Algo que no fue plenamente aceptado por el entonces Cuerpo de la
Policía Armada, heredero del Cuerpo de Vigilancia y Tráfico, fue el
traspaso de competencias y funciones en la dirección del tráfico en
carreteras nacionales a unidades determinadas de la Guardia Civil,
puesto que dichas facultades en origen, como tantas otras, pertenecían
a la Policía. Resulta obvio dicho despecho corporativo puesto que el
Cuerpo (de milicia) de la Guardia Civil, fue establecido en España en
1844 para perseguir a los malhechores y guardar la seguridad de los
caminos así como el orden público en las poblaciones, donde no
existiera otro cuerpo de seguridad (Guardia de Asalto, anteriormente,
hoy Cuerpo de Policía Nacional) o fuese necesario auxiliar a los
mismos.
El Decreto de su constitución, bajo la dirección del Duque de Ahumada,
decía: "El orden social reclama este auxilio, el Gobierno ha menester
una fuerza siempre disponible para proteger las personas y las
propiedades; y en España, donde la necesidad es mayor por efecto de
sus guerras y disturbios civiles, no tiene la sociedad ni el Gobierno
más apoyo ni escudo que la Milicia o el Ejército, inadecuados para
llenar este objeto cumplidamente o sin perjuicios. (...)
Por otro lado, ni el Ejército ni la Milicia Nacional desempeñan con la
fe necesaria el servicio enojoso de la policía, que aquellos cuerpos
miran con cierto desvío por las preocupaciones vulgares, y que sólo se
presenta a sus ojos como una obligación pasajera, accesoria y extraña
al primordial objeto de su respectivo instituto.".
No obstante, el Cuerpo Nacional de Policía, tras la referida
unificación, a pesar de la responsabilidad derivada del servicio a un
régimen no democrático, se había salvado de comparecer ante los
tribunales por la conducta profesional de algunos, todo lo contrario
que sus también homólogos portugueses: los temidos "Pides" de Oliveira
Salazar o Marcelo Caetano, (ambos presidentes, amigos del General
Franco Bahamonde), con funciones similares.
Por todo ello, el Sr. Leal, ya retirado y ajeno a esta unificación,
ante lo reducido de los sueldos por aquella época (así como hoy),
logró plaza de ordenanza de seguridad e información al público en el
Instituto Nacional de Previsión, hoy Seguridad Social.
Llegó a conocer, en los bajos del Gobierno Civil de la calle Méndez
Núñez (que fue la sede de los principales servicios de la Policía en
esta región), al padre del actual Delegado del Gobierno en Canarias,
Sr. Segura, destinado en el Parque automovilístico provincial como
conductor de vehículos oficiales.
Pero, con excelente memoria, para su fuero interno seguirá siendo el
Cabo más antiguo de España, puesto que no le fue tomada en
consideración su solicitud de ascenso "a posteriori", ni siquiera como
suboficial honorífico, que, confiesa, hubiera sido suficiente para no
sentirse defraudado. No obstante, sus últimos años en el Cuartel de
Tres de Mayo (que hoy aloja diversos servicios del cuerpo de la
Policía Nacional) hacía y dirigía funciones de Sargento (y llevó la
seguridad a muchos partidos de fútbol en el Heliodoro) como así
comprobamos en algunas visitas personales.
La aventura venezolana fue, tal vez, la causa de la postergación que,
a su vez, le impidió haber alcanzado por antigüedad normal (y
escalafonal), el grado de Teniente en el menos favorable de los
supuestos.
Le hemos dicho que: "hoy, y antes, había que moverse a codazos y con
visión diplomática por qué en este entramado social sólo llegan los
más espabilados" y por no decirle aquello de "camarón que se duerme se
lo lleva la corriente" (por no referirnos a otros "dichos" españoles
más expeditivos).
¡¡Qué se lo pregunten a quién esto escribe, que conoce a fondo el
entramado durante los más de 30 años de ejercicio profesional!!

Pero “que le vamos a hacer”. Mantener la dignidad en éste, o en otros campos.

*Publicado en El Mundo-La Gaceta de Canarias el 23 de mayo de 2005