14.5. Incidentes en la Universidad y la sombra de Fidel Castro

 

En estas circunstancias, los estudiantes y trabajadores irrumpieron con fuerza propia en el escenario político cubano, en defensa del pueblo, de la Constitución y de la propia República.

Desde el mismo 10 de marzo (y hasta la formación del M26J), en el entorno universitario, especialmente en la Universidad de La Habana, se constituye un foco revolucionario para la lucha contra la tiranía batistiana.

A raíz del golpe militar ningún estudiante podía impunemente defender el régimen instituido, y menos aún en el recinto universitario. Quien lo intentara individualmente, o como grupo, no habría tenido fuerza política suficiente para ser oído, pues la imagen de Batista era como el símbolo del crimen y la imposición norteamericana en Cuba, a cuya oposición tradicional se sumaban todos los estudiantes del país .

Para justificar las razones de tan fuerte rechazo a la dictadura, habría que estudiar los fundamentos históricos y sociales, entre los cuales se encuadran las figuras más representativas de la Revolución Cubana del siglo XX, que surgen, casi todos, de los combates políticos vinculados a la universidad y al movimiento estudiantil: Julio Antonio Mella, Rubén Martínez Villena, Antonio Guiteras, Eduardo Chibás y el propio Fidel Castro. Desde luego, tales figuras alcanzaron autoridad histórica en la medida en que bajaron de la colina Universitaria y ascendieron al pueblo para situarse al liderazgo de todo movimiento revolucionario, según se plasma en la edición universitaria más representativa: Alma Mater, máximo órgano de expresión de los estudiantes .

No obstante, las clases económicas, en general, acogieron con beneplácito el derrocamiento de la administración de Prío Socarrás. Batista prometía restaurar el orden, lo que unido a su credibilidad adicional adquirida durante la década de los treinta, ofreció esperanzas a un parte destacable de la sociedad cubana. De todas formas, inicialmente, la mayor parte de los ciudadanos reaccionaron con indiferencia al golpe militar .

La Universidad de La Habana, como en otras épocas, se convirtió en la trinchera contra la opresión a lo largo de todos los eventos conspirativos. Sus líderes y seguidores comenzaron a organizarse formalmente en las oficinas de la FEU y en otras organizaciones de la propia Universidad, en las que se practicaba con armas para la lucha que se avecinaba. Por allí pasaron y se entrenaron miles de personas que más tarde fueron héroes o mártires. Las primeras manifestaciones contra Batista salieron de los recintos universitarios a donde concurrían cientos de trabajadores, intelectuales e integrantes de las capas bajas y medias de la sociedad cubana, con el afán de buscar la unidad insurreccional en la lucha contra la dictadura. Por todo ello, sin lugar a dudas, se puede afirmar que la Universidad de La Habana fue uno de los escenarios fundamentales donde se formalizó la lucha insurreccional contra la tiranía de Fulgencio Batista. Su gobierno agravó los males de toda la República y especialmente en la capital. La Habana era una ciudad abierta a todo tipo de especuladores, estafadores a gansters, y atractiva para magnates y artífices de todo tipo de sucios negocios. Aumentó la prostitución en toda la isla donde se calculaba la existencia de unas cien mil mujeres obligadas a ejercer este vergonzoso oficio, consecuencia del desempleo y de la miseria . Esta aseveración es bastante común en historiadores revolucionarios.

El juego tuvo un amplio campo de acción, llegando a conocerse que las apuestas durante un año ascendían a la suma de doscientos cincuenta millones de pesos, cantidad que superaba al propio presupuesto estatal, mientras el pueblo sufría las consecuencias de una fuerte crisis económica por desajuste en esos mismos presupuestos. El salario de los obreros, bajo de por sí e incapaz de surtir las mínimas necesidades, fue perdiendo poder adquisitivo en tres ocasiones durante el gobierno de Batista. Añade Ramiro García que sólo trabajaban y vivían bien aquellos que se hallaban inmersos en los negocios corruptos.

Igualmente difícil era la situación de los obreros agrícolas, especialmente los azucareros, tanto industriales como cañeros, que se vieron sumidos en la miseria al aumentar el llamado "tiempo muerto" como consecuencia de la política restrictiva de la producción azucarera. Especialmente grave era el desempleo crónico que afectaba a gran parte de la población en general, llegando a la cifra de 738.000 parados, que representa la tercera parte de la población apta para el trabajo en aquellos años.

Para acallar la rebeldía producida por esta situación, se impuso un auténtico régimen de terror que alcanzó al movimiento sindical, perseguido y desunido por la acción de los sindicalistas oficiales adictos al régimen, que no tenían otra alternativa que huir, esconderse o caer en manos de la policía, salvo hechos aislados de verdadero heroísmo reivindicativo.

En el campo, la Guardia Rural, defendía los intereses de las compañías norteamericanas y los latifundios de la burguesía criolla cubana, y aplicaba la conocida táctica "plan machete", en los que los desalojos y atropellos de todo tipo, eran “aplicados” sobre el campesinado que se mostrara hostil o discrepante.

En las Ciudades, la Policía Nacional perseguía a los sindicalistas opositores al régimen, a revolucionarios y a todos aquellos discrepantes con el mismo o que demostraran claramente su enfrentamiento.

A este respecto Manuel Fernández Carballo, natural de Barlovento en La Palma, Islas Canarias, de 80 años, en 1996, nos recuerda que: Cabaiguan y sus alrededores siempre ha sido una magnífica zona para la siembra y cultivo del tabaco y como los isleños nos especialiamos en ese trabajo, por aquí están los canarios "que hacen olas".

En Cabaiguan, tal vez como único lugar de Cuba, los naturales de Canarias y sus descendientes dominan casi todas las esferas de la vida social y económica del pueblo. Los había comerciantes, dueños de los mejores hoteles, tiendas, cafeterías, restaurantes, etc., incluso hasta dueños de un banco. Otros muchos, los más, pues siempre han existido más pobres que ricos, nos dedicabamos al tabaco en el campo, tanto en los barrios de Neiva, Santa Lucía y en los alrededores del propio pueblo.

El golpe de estado de Batista alegró a unos pocos y defraudó a la mayoría que estábamos esperando votar por el Partido Ortodoxo que, sin dudas hubiera ganado aquellas elecciones presidenciales. Batista desde sus inicios fue un mandatario represivo, torturador y un mal gobernante. El tiempo, años después, nos daría la razón a los que pensábamos de esta forma.

Contrera, Nelio, Alma Mater, la revista de Mella, Editorial Ciencias Sociales, p.71-76. Magnífico tratado sobre las diferentes etapas del movimiento estudiantil desde 1922 hasta 1959.

Ibídem, p.7

Pérez-Stable, Marifeli, Revolución cubana, citado, p.98

García Medina, Ramiro, Memoria , citado, p.80-90

Ibídem, p.97 y132