LAVATORIOS EN LA 4 DE BARAJAS
LA VOZ DE LANZAROTE
3 de marzo de 2006
Por Justo Guanche Guerra
En periplo intercontinental, en Barajas y ya en su flamante nueva estructura e instalaciones portuarias de la denominada Terminal 4 (dos flamantes grandes edificaciones conectadas por un tren subterráneo) obra de Zapatero and boys, y, aún sin ser necesario tomar el referido tren, perdí el enlace para Canarias puesto que (a pesar de todo) era imposible presentarme a las 8 horas, (por que llegamos a las 8, 20 del 28-03-06), para salir a las 8,40 (tope técnico)
Sólo el control policial (quedarte prácticamente sin ropa para que no "pite" nada -de todas formas en La Habana o Miami es peor aún-), realmente necesario ya te consume ese tiempo y por tanto era técnicamente imposible, y también para unos hispanos de América que perdieron su enlace a Italia, entre otros desconectados aturdidos.
Tras 10 horas de vuelo me dirijo al baño de caballeros dónde al usar el urinario, una leyenda en un inglés ambiguo y español, dice "no pulse que esto es automático y el agua sale sola". Se entiende dispone de un artilugio con lector digital que aprecia "la meada" y actúa en consecuencia.
Pero ojo si Usted necesita hacer el otro acto fisiológico (o sea c.), se encuentra con la misma historia, y sí en los compartimentos inmediatos existen otros usuarios en plena función, el pestazo no hay quien lo aguante (hasta el punto que han cegado los que dan muy directamente a las salas generales). Y así y todo, el problema se nota en cualquier punto próximo.
¿Por qué sospechamos que aquella técnica aeroportuaria madrileña (el segundo aeropuerto de Europa en tecnología ¡...!), no tiene mucho porvenir? (pero sólo la apuntada), por lo siguiente:
Cuando un urinario se obstruye (muy frecuente en todo el mundo), el ojo lector inteligente, que no se equivoca pero lo equivocan, manda agua hasta que ésta sale, desborda y llega hasta las mismas pistas de aterrizaje, por no decir al barranco más próximo (como decímos por aquí).
Lo mismo o peor en cuanto a los waters, sabemos que hay toda clase de maneras diferentes para hacer el referido acto fisiológico, vía lenta, a toda presión, bolitas (cagarrutas) como los caprinos, con diarreas, cargado (embriagado), encabronado, vientre flojo, ventoleras, entre otras, y claro el dichoso ojo digital no sabe lo que hacer y sospecho se pone incluso mosqueado y nervioso.
A veces manda agua a destiempo y le moja el trasero al usuario que se halle despistado, o no manda agua alguna y el mal olor acaba con cualquiera, o se obstruye el bajante con papel o con lo que sea y volvemos a la referencia anterior; y si no llegan los bomberos y otras fuerzas del orden a tiempo el agua llegará hasta el Manzanares por obvio o al mismo Madrid (otra hipérbole).
Pero a esto se suma la pérdida de maletas. En las oficinas de atención al cliente también se registraron el domingo varias reclamaciones por pérdidas de equipajes. Las pantallas del aeropuerto registraban a media mañana retrasos de hasta cuatro horas tanto en salidas como en llegadas. Según me apuntan, la misma tónica ocurrió el primer viernes (tras su inauguración), en los que la información de salidas y llegadas era una hilera de vuelos retrasados. AENA debió pensar que quería evitar el desasosiego que producía la información facilitada y el sábado hubo un cambio de planes.
Las pantallas de la zona de facturación, que son las que ven los pasajeros y sus acompañantes cuando acceden al aeropuerto, no informaron este fin de semana sobre el estado de los vuelos que habían sido cerrados (retrasado, embarcando o cambio de puerta), como ocurría hasta el viernes. La información sobre el estado del vuelo sí aparecía en las pantallas del embarque, zona a la que acceden los pasajeros tras facturar y pasar el control de seguridad.
Otra de las quejas constantes de los pasajeros fue lo desatendidos que se sintieron durante la espera. Un hombre que tenía que volar a Lisboa y llevaba varias horas esperando a que saliera su vuelo contaba a este periódico que «nadie ha ofrecido apenas información. Tampoco han sido capaces de ofrecernos un bocadillo para cenar".
A la vista de la odisea me dirijo a la capital de España, para bañarme en algún hotel o similar y darme una vuelta por la gran ciudad.
Por cierto qué frío hace por allí y mal tiempo, contaminación. No es el Madrid que conocí hace 40 años, ni tampoco se cumple lo "desde Madrid hasta el cielo", sobre todo no aquel buen clima y olor característico (que hoy evidentemente, no tiene).
Visité el Corte Inglés y no compré gran cosa, pero me resguardé del frío.
Regresé al Aeropuerto para tomar el avión asignado (después de comer... por cuenta de Iberia). Pero ya se puede vaticinar que la tecnología, punta, de la terminal 4, sobre todo la aplicada a los "lavatorios públicos", se le puede calcular una vida útil de unos dos-tres meses, aproximadamente, salvo milagros de última hora.
Apunta al debate un contertulio que tengo razón respecto a la situación medioambiental de la capital de España, y añade que aún huele el aluminio del incendio del edificio Windsor
En cuanto a Barajas, en dos años quedará todo obsoleto, dice. Es el sino de España y los españoles. Lástima que la ingeniería de la Terminal 4 corriera a cargo de una empresa foránea. La de los baños inteligentes TB, se supone que en los cálculos los ingenieros no tendrían en cuenta la capacidad de evacuación sólida y liquida de los usuarios y sus variada fórmulas.
Le replico que su argumento es correcto y con contenido racional, pero no resuelve el problema. Y no ha augurado la cronología previa para que los referidos baños inteligentes, sólo en la Terminal 4 de tecnología ultra moderna (aunque los he visto más eficaces en la Cía Fred Olsen), sean sustituidos por los analógicos (y nunca mejor dicho), y no se pretende decir los de cisterna.
La célula fotoeléctrica o similar no puede, en los cálculos de su ideación y plasmación real, dar satisfacción a los creadores, que tendrían que haber previsto la capacidad de evacuación sólida y liquida de los usuarios (como apunta él mismo)
En cuyo supuesto es un error de tecnología que costará la ruina comercial de la empresa que ideó y desarrolló la idea, se supone, salvo que la perfeccione a última hora.
Y respecto a Madrid, por Dios, aquel aire que respiraba en los años sesenta-setenta pasados e incluso posteriormente no es el de ahora. Parece, para más inri, que la gasolina (o fuel) quemada por los vehículos, está a priori contaminada. Hasta el metro huele mal y antes no.
El edificio Windsor y su sospechoso incendio no es la causa fundamental del deterioro a que se alude, pero sí pudiera haber, aún en suspensión, partículas del aluminio que recubría zonas del edificio (y ventanas).
No soy de La Gomera (a que me remite por confusión), pero siento simpatía por dicha isla y por todas las de este Archipiélago (de donde soy natural), a más de cómo referencia mundial de las mismas, con valores comparativos respecto a otras partes del planeta, que considero con cada vez mayores perspectivas al alza. Sólo han de ser promocionadas debidamente en el resto del territorio español , la Unión Europea y, en especial, en las grandes capitales y ciudades de todas nuestras hermanas de América. ¡Digo yo!