"Guerra sucia": Asunto Cubillo
Justo Fernández Rodríguez
Casi 28 años después de ser apuñalado en
Argel, se ha reconocido por sentencia que fue víctima del terrorismo de Estado
cuando en tiempos de UCD se intentó asesinarlo
Lamentablemente, la 'guerra sucia' contra las
diversas formas de terrorismo, incluso incipientes, o contra organizaciones
políticas extremistas, incómodas para el poder, ha sido utilizada por los
Gobiernos de muchos países con gran tradición democrática o por aquellos que
buscaban su asentamiento, después de muchos años de sanguinaria dictadura.
Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania e Italia, con regímenes
democráticos, han utilizado la 'guerra sucia', en su lucha contra los Panteras
Negras, el IRA, los partidarios de la independencia de Argelia, la banda Beader-Meinhof o las Brigadas
Rojas.
También en España, durante la transición y en
plena democracia, en demasiadas ocasiones la dureza del terrorismo etarra y las prisas por destruirlo, han deslizado a algunos
responsables políticos hacia la utilización de la 'guerra sucia', con una
aplicación chapucera, contraproducente y ligada a la corrupción.
De cualquier forma, todo el odio acumulado
contra los asesinos etarras, rememorando las
espantosas imágenes de militares, policías, guardias civiles, trabajadores,
empresarios, hombres, mujeres, ancianos o niños destrozados por coches bomba,
ametrallados desde automóviles en marcha o con el cobarde tiro en la nuca, no
puede justificar la tortura y el frío asesinato del que fueron víctimas Lasa y Zabala.
He denunciado el cinismo de muchos dirigentes
del Partido Popular, que habían mostrado su complicidad, comprensión o silencio
ante los miles de crímenes del franquismo, en cuyas filas habían militado y
desempeñado altos cargos -algunos de ellos incluso firmando sentencias de
muerte-, y el ataque de dignidad democrática que sufrieron ante la actuación
del grupo de chapuceros mercenarios y asesinos, que actuaron contra ETA,
durante los primeros años de Gobierno socialista.
Tampoco el acoso conspirativo de políticos del
PP, líderes de Izquierda Unida, directores de medios de comunicación,
periodistas famosos y algunos jueces, para sacar de la Moncloa
a Felipe González, por su supuesta implicación con la organización y
financiación del GAL, no tenía ninguna intención regeneradora, sino,
simplemente, conseguir el poder. Nunca se ocuparon de los numerosos casos de
'guerra sucia' que se sucedieron desde la muerte de Franco hasta la llegada al
poder de los socialistas.
Casi 28 años después de ser apuñado en su
domicilio, de Argel, una sentencia de la Sala de lo Contencioso-Administrativo
de la Audiencia Nacional, del 1 de octubre de 2003, anula la resolución del
subsecretario del Ministerio del Interior (3-8-2001) que desestimaba la
reclamación de indemnización de Antonio Cubillo, líder independentista canario,
por el intento de asesinato que sufrió en Argel, con graves secuelas físicas,
cometido por mercenarios, contratados desde el Ministerio de Interior y pagados
con fondos reservados, presidiendo el Gobierno de la Unión de Centro
Democrático Adolfo Suárez y siendo titular de Interior Rodolfo Martín Villa. La
sentencia acepta que la indemnización reclamada por Antonio Cubillo se ajusta a
"todas y cada una de las condiciones requeridas" por la Ley 32/99, de
Solidaridad con las Víctimas del Terrorismo. Asimismo, continúa la sentencia,
"la aseveración de que don Antonio Cubillo, además de víctima, había
desarrollado actividades de índole terrorista, es una apreciación sin
consistencia y atentatoria del principio de presunción de inocencia; pues nunca
ha existido condena judicial contra la organización MPAIAC por actividades
terroristas o atentatorias contra la vida de las personas".
Soy amigo de Antonio Cubillo. Durante cuatro
años hemos compartido un exitoso programa de televisión, en Canal 7 del
Atlántico. No comparto su radicalismo independentista, pero está muy lejos de
poder ser considerado terrorista. La decisión del Consejo de Ministros de la
OUA de invitarlo a viajar a Nueva York, para exigir al Gobierno español en las
Naciones Unidas un calendario de descolonización de Canarias desencadenó el
proceso de decisión de atentar contra el líder del MPAIAC. En marzo de 1978,
uno de los más entusiastas represores del régimen franquista, Roberto Conesa, comisario general de Información, manda a llamar a
un mercenario de la delegación, José Luis Espinosa Pardo, con experiencia
durante la dictadura, en infiltraciones en organizaciones de izquierda -que
terminaban siendo desarticuladas por la policía- y le encarga la organización
del asesinato de Antonio Cubillo, que se había convertido en una potencial
amenaza de crecimiento del sentimiento de independencia de algunos sectores de
la sociedad canaria. Espinosa contrató a un militante del FRAP, Antonio Alfonso
González, al que engañó diciéndole que Cubillo era un peligroso agente de la
CIA, y el 5 de abril de 1978, en el ascensor de su domicilio, le propinó dos
puñaladas en el vientre y una en la espalda, dejándolo malherido.
He de confesar que conocí a ese indeseable
mercenario, al servicio de la represión policial argelina, marroquí y española.
Siguiendo órdenes de Roberto Conesa, que le advierte
que el Gobierno no se fía de la UGT ni del PSOE, se infiltra en la UGT, de
Murcia. En muy poco tiempo, increíblemente, es elegido secretario general y,
por lo tanto, asiste a las reuniones del Comité Federal, órgano máximo entre
congresos de la UGT. Tanto en las reuniones como en los descansos para tomar
café o en los almuerzos, siempre, procuraba acercarse a mí, manifestando su
coincidencia con mi posición, ciertamente radicales me hacía multitud de
preguntas sobre lo que pensaba, de mis relaciones con otras organizaciones o
sobre mis contactos en Murcia. Luego, a la hora de las votaciones, se alineaba
con las posturas más moderadas de la dirección de la UGT. En una ocasión, le
dije que era un "cantamañanas" y que me dejara en paz. No me engañó
con sus maniobras, pero nunca pensé que fuera confidente de la policía.
Resulta curioso que esta sentencia que, además
de rectificar una manifiesta injusticia, confirma la existencia de
"terrorismo de Estado" mucho antes del triunfo socialista, en 1982,
haya sido ignorada por la gran mayoría de medios de comunicación, algunos de
ellos destacados inquisidores de la pretendida complicidad de los Gobiernos
socialistas, con los GAL, sin que nunca hubieran lanzado a sus avezados
investigadores a averiguar lo que había sucedido desde la muerte del dictador.
Tampoco he oído, ni leído, declaración alguna de los miembros del Gobierno o de
los líderes de la oposición.
Publicado en Diario de Avisos, 2-11-03