Vándalos y guaraches

Por Elfidio Alonso Quintero.

En 1990 el magnífico equipo que formó Juan Manuel García Ramos en la Consejería de Educación Cultura y Deportes del Gobierno le Canarias (Díaz-Berá-Ana y Carlos Gaviño) dieron a la luz en edición facsímil el libro del profesor, viajero y periodista germano Franz Von Loeher, titulado Los germanos en las Islas Canarias, publicado por primera vez en Munich, en 1886. Más tarde, en Madrid (aunque no consta el año), el editor Eduardo de Medina da a conocer la versión española de este interesante libro, que viene a revelar, entre otras cosas, el interés que los alemanes llegaron a mostrar por nuestras islas, sin llegar a alcanzar -naturalmente- la evidente hegemonía que ejerció la literatura británica, sobre todo en el siglo XIX.

Nos cuenta una sucinta nota biográfica que Von Loeher (Paderborn, 1818-1892, Munich) había visitado las Canarias en 1873, por mandato de Luis II. Tras su muerte ocurrida en 1895, apareció este libro que el profesor Tejera Gaspar, en su acertado prólogo, no duda en calificar como prototipo de una tradición científica denominada prearqueológica, elegida por el autor germano como objeto de estudio en sus intentos viajeros para conseguir una historia de los alemanes en América. De ahí sus largas estancias por Canadá y Estados Unidos.

En relación con nuestras islas, Von Loeher desemboca en la conclusión de que los primitivos aborígenes canarios -los guaraches- llegaron a hablar una lengua muy similar a la de los vándalos. Como señala el profesor Tejera Gaspar, "los presupuestos científicos son muy endebles y en algunos casos aparecen tan forzados que las pruebas científicas se tornan caricaturas". El autor germano lanza tal hipótesis basándose únicamente en fuentes escritas que todos conocemos (Espinosa, Abreu Galindo, Glas, Viana, Cairasco, Bontier y Le Verner), y en las que nadie ha sido capaz de vislumbrar esa relación germano-berberisca sobre la que fundamenta Von Loeher su llamativa teoría étnica.

Es cierto que este autor considera abundantes las fuentes consultadas, hasta llegar a afirmar que, "aún cuando no son siempre tan completas como sería de desear, tienen, sin embargo, las circunstancias de que, fuera de algunas cosas puramente accesorias, concuerdan perfectamente entre sí". Cita, entre otras, una misteriosa "relación" (¿de qué o sobre qué?) perteneciente a Ben-Edrisio, que localiza en el siglo XII; otra más completa de viajes marítimos de la mitad del XIV, sin precisar ni ofrecer nombres, además de las noticias dadas sobre las Islas por los conquistadores españoles, entre ellos Bernáldez y Azara. Como se ve, muy escasos fundamentos para tratar de hacernos creer que los vándalos fueron un componente principalísimo de la población canaria aborigen, lo que rechaza el profesor Tejera Gaspar con sólidos argumentos.

En cuanto a las diversas aportaciones de carácter etnográfico y folclórico, este autor germano acierta cuando nos habla en tiempo presente de sus impresiones sobre las Islas y sus pobladores que tuvo ocasión de tratar y conocer. Así merece destacarse la copla que cita en el capítulo II de su obra, probablemente recogida en Fuerteventura: "De Tuineje a Berbería / se va y se viene en un día". Otros comentarios sobre cantos y música se quedan en el simple pintoresquismo, cuando da por seguro que Abreu Galindo recogió directamente de los descendientes de los guaraches "cantos populares que todavía conservaban", sin reparar en que existen diferencias de siglos que ponen en entredicho afirmaciones tan arriesgadas.

Su mejor contribución podemos localizarla en las descripciones que realiza sobre bienes materiales, como la vivienda, los utensilios caseros, gastronomía o vestimenta. Veamos, por ejemplo, cómo describe el molino para obtener el gofio: "Sobre el hogar veíanse jarros y vasijas de barro, y en ninguna casa faltaba un molino de mano, que consistía en dos piedras sobrepuestas, y que, girando la una sobre la otra, trituraban el grano colocado en medio de ellas".

Igualmente no desmerecen los pormenores que ofrece sobre el gofio, "que aún hoy día es el principal alimento de la clase pobre", aunque también pueda figurar en la mesa de la llamada "gente acomodada". Von Loeher repara en las distintas clases de gofio, según los cereales utilizados, así como en el de raíces vegetales. En cuanto al capítulo de bebidas, sigue a numerosos autores que no dudan en atribuirles a los guaraches el conocimiento del licor de palma o el obtenido -en El Hierro- con cerezas silvestres (madroños y creces), posiblemente.