Canarias: horizontes de futuro

Por JUAN JESUS AYALA

Leía el libro,"Cataluña-España, relaciones políticas y culturales," que es un compendio de opiniones intelectualizadas de personas relacionadas con la vida política y cultural de Cataluña y sentí cierto entusiasmo por ver como se desbrozaban con tino el horizonte de Cataluña, así como un pesimismo individualizado (no dejará de ser así, ante la perspectiva, sin que sea un paralelismo) que aguarda a Canarias en el contexto no solo de las islas entre si sino en sus relaciones con el estado español y con la Unión Europea.

Tenemos un horizonte parece más o menos despejado hasta el 2006 en que ya, a partir de esa fecha, las ayudas que llegarán de Europa van a recortarse porque nuestro nivel de renta per cápita ya supera la cota de regiones deprimidas. Pero no hace falta llegar al 2006, desde ahora ya se deja sentir el espejismo. Y es que no sólo es la renta de manera global la que puede definir el bienestar colectivo de un territorio habitado por mas de un millón ochocientas mil personas. Hay que escorarse hacia la realidad, hacia la pura realidad. Y ella está en las carencias que se palpan y se viven. Y las carencias son de todo tipo. Desde las sanitarias hasta las culturales y educativas. Y no solo en lo que se refiere a la calidad y a los cuasi fracasos cosechados sino a la cantidad concerniente a hospitales, escuelas insuficientemente dotadas y espacios donde la cultura no se haga elitista sino que, efectivamente, redunde en beneficio de la mayoría de la colectividad.

Y hablamos de carencias en el período de la abundancia pero cuando esta se extinga, el futuro que nos espera será más que incierto, preocupante.

Y dentro de las relaciones políticas que es el hilo conductor que nos hace ver como marcha una sociedad, se percibe y hasta se padecen las incoherencias, el familiaje y la preponderancia de una clase dirigente que, paradójicamente, está instalada en el poder por el apoyo que ha obtenido de la mayoría de los desheredados. Políticos que mandan y gobiernan y no por la racionalización de un voto sino por el volteo de la compra de voluntades.

Se hace difícil entender cómo Canarias, que no está ni mucho menos en el plano del progreso que nos quieren hacer ver los mandatarios de CC, sigue apostado por esa agrupación política cuando los desajustes que se padecen, los destrozos de un territorio machacado que camina hacia la pérdida de imagen por la especulación desaforada, a ellos se debe; y además, llegan hasta el limite que desde dentro de sus filas se están dejando oír voces pregonando cual cartas pastorales que "tu tienes mas que yo" y como yo, (pónganle el nombre que quieran, caben un montón) quiero liderar lo que no puedo, hago temblar con unas líneas redactadas por el asesor de turno, el tablado donde bailan el resto de los que componen el grupo del poder.

Cuando estas relaciones ya saltan fuera de las islas y se aposentan en Madrid es para erizarse. Allí no se habla de política, allí se negocia, dicen, el bienestar para las islas. Pero la política es algo más. Es, sobre todo, planificar y dignificar un territorio. No es un mercadeo, aunque algunos así lo entiendan. La política es diseñar unas relaciones que sean definitorias y que cada uno ocupe su sitio. Que nadie sea subsumido por nadie, que desde arriba se respete al de abajo para que ese poder que está en latencia con perspectivas de futuro comience su consolidación. Pero cuando este no existe porque lo asfixian desde dentro y la talla política es endeble Canarias no dejará de ser un títere o un polichinela en manos de los gobernantes centralistas por lo que apenas si contará para nada importante. Canarias ha sido una moneda de cambio desde tiempo inmemorial y así seguirá siendo. Lo que ignoramos es lo que nos va a tocar en ese trueque.

El horizonte, y no es que uno sea pesimista ni derrotista por excelencia, es ciertamente oscuro. Se hace difícil saber lo que habrá que hacer para que los nubarrones se disipen pero si sería necesario se comience por comprender que estamos rodeados de potenciales demiurgos, unos desde dentro y otros desde fuera que tienen a las Islas, unos como su finca particular y otros como el mejor botín a repartir.

Por eso, libros como el mencionado sobre Cataluña donde se recogen las vicisitudes de una nación, la catalana, los problemas pendientes y el futuro que se pretende, funciona como un acicate para que algún día se produzca en las islas un debate en profundidad por una intelectualidad, si es que existe, agazapada y hasta complaciente que ponga al desnudo las miserias de una política encandilante que está lejos de la realidad del día a día. De no hacerlo así se continuará en un viaje a ni