La Constitución europea
Y Canarias, ¿qué?
Por Juan Jesús Ayala
«Existe un carácter abierto
que rompe el molde de aquéllos que niegan la autodeterminación de los pueblos»
«...ya es hora de que se eleve su voz como pueblo definido y con una historia
de siglos»
No es el camino la manida fórmula de la
ultraperificidad para las islas. Ello comporta la ambigüedad permanente, la
pérdida de la identidad y el progreso y, más aun, es situar en la distancia de
manera irrecuperable el concepto de pueblo, el cual hay que dejar plenamente
establecido, como así lo pretenden y han hecho otros pueblos integrantes de la
Unión Europea.
La Convención está presta a desembocar en la
futura Constitución para Europa y de aquel Tratado de Niza que fue cuasi un
fracaso donde apenas se pasaba de cincuenta diputados en el Parlamento europeo
se ha llegado a una unión de 27 estados. Y ¿se ha concluido?.
¿Está la puerta cerrada para nuevos estados o naciones sin estado que con todos
sus derechos soberanos toquen a ella?
La Constitución europea que se va a poner en
marcha en 2004 afecta de manera definitiva tanto a la soberanía de los estados
como a la misma evolución de la Unión y, sobre todo, a su futura ampliación. O
sea, que el camino no está cerrado. Hacia su conformación se dirigen y se
dirigirán nuevos y diferentes pueblos.
Y lo más plausible es que este proyecto casi
concluido de Constitución ya fija de forma tajante el término de
"soberanía compartida" entre los diferentes niveles institucionales.
Con lo cual no existirá un solo marcador de decisiones ni una colectividad
específica que dicte normas y leyes. Será entre todos sus miembros desde donde
salgan las directrices que impongan el ritmo y el tiempo adecuado a la búsqueda
de soluciones a los problemas de todos. Es importante subrayar esto, lo
"de todos".
Se respeta, asimismo, la identidad de los
estados miembros, incluyendo la autonomía regional y local. Y ahí es donde
aparece un nuevo matiz que hay que tenerlo muy en cuenta, sobre todo, por
aquéllos que continúan empecinados pensando en ombliguismos y poderes
omnímodos; y es que esta identidad nacional no impide que constitucionalmente
pueda tener un carácter "plurinacional", como también se deja
entrever que cualquier estado que emerja tenga prohibido su acceso a la Unión
Europea.
O sea, que existe un carácter abierto de esta
futura Constitución europea donde se rompe el molde rancio de aquéllos que
niegan la autodeterminación de los pueblos porque en ella está claramente
implícito "el derecho de autodeterminación de los estados miembros".
Lo que quiere decir que cualquier pueblo tiene el derecho de salirse de la
Unión cuando le apetezca e incluso volver a incorporarse cuando, asimismo, lo
decida.
Se define a la Unión y por medio de su
Constitución como una unidad en la diversidad. Y esto es ni más ni menos que el
principio fundamental del federalismo y con el cual se rompería el jacobinismo
de algunos que no comprenden que los tiempos cambian y que los pueblos desean
sentirse simplemente como eso: pueblos. Pero la pregunta es ¿cuándo?
Ahí esta el quid de la cuestión. ¿Canarias
podrá algún día integrarse de pleno como pueblo diferenciado y con una cultura
compartida en la Unión Europea con todos los requisitos y derechos como
cualquier otro pueblo, como el flamenco, belga, luxemburgués o español?
Hay que pensar que sí. Se podrá hacer cuando
el pueblo canario madure y se convenza a sí mismo de que su futuro está en
juego, que Marruecos está al lado, que sus aviones sobrevuelan nuestro espacio,
que dicen que es de ellos. O también será cuando los dirigentes políticos que
nos gobiernan decidan plantearse esta cuestión con la debida elegancia y
perspectiva de futuro.
Esto último es muy difícil. Y es que la clase
política dominante en el Archipiélago, entre la que está el PP y CC, al ser los
mismos, al estar en idéntico pronunciamiento ideológico, seguirá en el refugio
de la ultraperificidad y una pérdida de tiempo establecida desde la penosidad
política que les asiste.
Por ese eso lado, pues, es complicado que Canarias
llegue con su ayuda a ser pueblo. Hay que desear que por el otro, por el de la
ciudadanía, cansada de tanta estupidez, harta de tanta majadería y viéndole las
orejas al lobo, dé un paso y pongan en un brete a la clase política y exija a
éstos que ya es hora de que se eleve su voz como pueblo definido y con una
historia de siglos.