Cuadro de texto:  HAMBRE Y PESCADO 


 Por MIGUEL LEAL CRUZ

 

A veces se dice que "el canario ha vivido de espaldas a la mar, estando tan próxima a ella", silogismo considerado además contradictorio considerando los enormes recursos que en el sector pesquero hubiera deparado una economía medianamente industrial si hubiese sido sinceramente planificada desde hace siglos por las diferentes administraciones españolas que, por razones que se ignoran pero se intuyen, ante el temor a un excesivo desarrollo económico autogestionario que España no deseaba a la vista de lo que ocurría en Cuba, nunca se llevó a cabo plenamente.

 

Es de sobra conocido que estas Islas se encuentran situadas en las cercanías del banco pesquero de los más rico del Universo, a decir del marino escocés George Glas, consecuencia de la corriente fría de Canarias en contraste con la latitud geográfica de proximidad al continente negro, que hace de vivero para las más variadas especies piscícolas especialmente de profundidad. Consecuencia de estos parámetros aparece la parte más negativa en cuanto a pesca en plataforma marítima insular que es pequeña en las Islas occidentales, pero no en estas que nos ocupa de Fuerteventura y Lanzarote. Aquí las especies de aguas superficiales son más abundantes y por tanto con mayor desarrollo para grupos de pescadores, que desde siempre han practicado esta actividad de forma artesanal y en pequeños nucleos costeros aprovechando los numerosos enclaves, playas y otros lugares apropiados para estos menesteres.

 

En Fuerteventura abundan los caladeros frecuentados por unas determinadas especies de bacalao en la zona de Barlovento, y las corvinas en los caladeros opuestos, que son igualmente aprovechados juntamente con las especies llamados menores de uso doméstico, viejas, chernes, etc. Así como las apetecidas morenas o los pulpos, la especie de calamar más codiciada por los canarios.

 

Esta pesca llamada de bajura o costera es eminentemente artesanal con utilización de técnicas tradicionales, desde la caña a la gueldera, "el tambor", "mirafondo", etc. o en pequeñas embarcaciones, los barquillos con vela triangular, para zonas supeficiales y próximas a la costa, junto a los pocos refugios existentes en la época de entresiglos que tratamos.

 

Tal actividad se llevaba a cabo por los más diversos medios para el sustento doméstico, trueque local pero nunca comercialmente planificado. Caballas, chicharros, sardinas, túnidos y otros, algunas migratorias, son especies importantes y muy abundantes en las proximidades de estas dos Islas y en los ochenta kilómetros que las separan de la plataforma africana.

 

Su enorme trascendencia en los periodos de las temibles hambrunas es y constituye UNA TEORÍA QUE DEFENDEMOS por nunca suficientemente estudiada para aquellos etapas de carácter cíclico que tan frecuentemente azotaban a estas islas occidentales, principalmente. Críticos fueron muchos años seguidos durante el siglo XVIII y en el XIX, más estudiado y conocidas sus consecuencias en la población especialmente rural, que o buscaba algún tipo de solución, o emprendía una emigración obligada, más bien forzada, hacia otras islas o hasta América.

 

El Dr. Lobo Cabrera y Roldán Verdejo para épocas más pretéritas o Doña Carmen Julia Hernández Hernández, para las más próximas, entre otros, nos ilustran notablemente sobre esta problemática social.

 

En "Los Acuerdos del Cabildo de Fuerteventura, 1729-1798" y en "El Hambre en Fuerteventura", sendas investigaciones de Roldán Verdejo sobre esta problemática, aparecen datos sumamente explicativos con las causas que condujeron al majorero a emigrar, a morir de hambre, A LO QUE PODRIAMOS AÑADIR O "A COMER PESCADO" ; y no referido a momentos puntuales en un determinado año o época, sino con frecuencia inaudita que hoy no sería creible si no estuviera lo suficientemente documentada, y por simple obviedad.

 

Apunta el Sr. Roldán Verdejo, que la falta de lluvias, endémica en la Isla, da lugar a numerosos novenarios a la Virgen de la Peña, patrona de Fuerteventura.

 

Nada más definitorio para comprender la situación que estudiamos que los documentos reflejados en actas y que Roldán aborda con suma claridad en "Los Acuerdos", ya citados. De los mismos se desprende como recuerdo insistente el del hambre de la isla: hambre endémica, para un país sin apenas lluvias, que vive exclusivamente de cereales a secano y supeditado a plagas constantes de langostas procedentes del vecino desierto sahariano. En sesión de 4 de noviembre de 1776, se dice que la isla experimenta un año esteril de cada tres o cuatro. A ello se suma la falta de moneda corriente, obligando al ya olvidado trueque de otras épocas, entre cuyos intercambios con trigo o por animales, figuraba sin lugar a dudas el PESCADO COMO MONEDA DE CAMBIO, siempre abundante y fácil de obtener, que de esta forma se satisfacían otras necesidades perentorias, para no "pasar a hierbas solas, como ocurría incluso los hacendados".