LA RATONERA

Por Justo Guanche Guerra

Leyendo, en esta misma página digital, Atlántico Canarias, la argumentación sobre la mala imagen producida ante turistas y no turistas por las ratas que proliferan entre las piedras que sirven de escollera en la popular playa tinerfeña de Las Teresitas, nos dan pábulo para recordar a otro tipo de roedores que tanto pululan por estas nuestras islas.

Como sabemos, La Ratonera, con mayúsculas, es la obra cumbre de la polifacética escritora inglesa Agatha Christie, que destacó en especial como misteriosa dramaturga y, por tanto, autora de toda clase de obras de intriga.

Visitó el Puerto de la Cruz y así consta en algunos de los libros escritos, entre otros, por José Luis Pérez y Nicolás Lemus. La Ratonera es la obra de teatro más representada en Inglaterra y en especial en Londres donde, desde hace varios quinquenios, continúa en escena a diario para el turismo.

Ratonera, como su raíz indica, se trata de un artilugio para cazar ratones, también se aplica a las madrigueras que construyen dichos roedores, que por cierto durante algunas etapas de la oscura noche de los tiempos históricos han sido causantes de varios males a cuál más peor.

Pero es a otra ratonera a la que pretendemos referirnos en este otro de los escritos, que a veces por aburrimiento tecleo ante mi ordenador, para remitir a algunos medios que a veces se me antojan ingratos, o tal vez el ingrato sea el que lo escribe y lo envía, por no saber "hacerlo bien y a gusto de los editores”.

Me refiero a la gran ratonera en que se están convirtiendo todas y cada una de estas islas atlánticas para aquellos foráneos, de las más variada gama y procedencia, que, a pesar de lo limitadas, geográfica y estructuralmente saben que son, se instalan en ellas por todos sitios sin reparo alguno, explotando lo que puedan, deteriorando su medio ambiente, sus riquezas naturales, así como construyendo enormes hoteles en la ya grandes ciudades turísticas para la obtención de magníficos beneficios en pro de una riqueza rápida, cuyo líquido, precisamente, no se reinvierte aquí. Y, sin embargo, el Partido Popular y el PSOE, éste con la boca chiquita, propugnan un mayor crecimiento con el advenimiento de nuevos contingentes foráneos.

Pero cuidado. El canario de a pie no está contento. Unos quinientos mil bordean la pobreza, unos trescientos mil van escapando regularmente bien, ¿otros?, ni se sabe, y el resto, la burguesía canaria y la foránea capitalista, son los que "cortan el bacalao" de forma despreocupada como si esto aquí fuera Jauja.

Estando en Lanzarote durante unas Jornadas sobre Historia Canaria, alguien dijo: " Estas islas se convierten en una ratonera, con la utilización de sólo seis cajas de material explosivo si algunos grupos interesados en un objetivo determinado hicieran explosionar, en distintas zonas turísticas de las islas, algunos artefactos".

No obstante, habremos de reconocer que el problema no es aún general para toda la región. Islas como Fuerteventura, La Palma, Hierro y Gomera, aún pueden soportar mayor carga  demográfica: los excedentes de las dos islas mayores que es donde la superpoblación ya comienza a ser preocupante.

Aquel supuesto terrorista no es previsible en un territorio como el nuestro, pero, efectivamente, si ello ocurriera, el frenazo de la demanda turística daría lugar a la consiguiente caída económica. A continuación, de producirse de forma generalizada, se sufriría la falta de estructuras alimenticias básicas para la subsistencia de la población propia y residente, en mayoría desocupada, y la presumible desbandada sería similar a la salida de los citados roedores por la cadena del ancla de un buque que se hunde.

El Sr. Soria y sus acólitos, en sus recientes y partidistas declaraciones, pueden dar lugar a que aquello, no previsible, pudiera tener lugar ahora o en el futuro.

Todo esto parece una exageración, pero se cree que conviene reflexionar a tiempo, limitando la inmigración (al igual que en Luxemburgo o Mónaco, también miembros de la UE), distribuyendo mas racionalmente nuestros recursos limitados, controlando la riqueza y el bienestar que generan las islas de forma más lógica para evitar aquellas, parecen ser, remotas posibilidades.

No obstante, existen otras causas imprevisibles tan graves como las mencionadas cuáles son, por ejemplo, la rotura y hundimiento de un superpetrolero en el canal que separa a Lanzarote o Fuerteventura de África. Y a ello también alude, en ésta misma tribuna digital, un representante de los jóvenes socialistas canarios en relación con la posibilidad de que el Prestige, en su agonía de muerte, hubiese sido conducido para su inhumación, al Atlántico próximo.