El Pacto de Calatayud;
Soberanía y Colonialismo en Canarias
Documento
Afirmar que el Pueblo Canario es un sujeto
histórico es algo relativamente sencillo ya que aquí estamos, existimos hoy, y
nadie puede negar que hace 500 años también existía un pueblo canario, y hace
1.000, y ya pocos dudan que por lo menos hace 2.000 años ya existía, y que por
lo tanto también existe una trayectoria en el tiempo, un camino entre un punto
y otro, una historia de ese sujeto histórico.
Cosa distinta es si hablamos del
protagonismo, del grado de soberanía del Pueblo Canario sobre esa trayectoria
histórica, y cosa distinta también es el nivel de conocimiento que tenemos de
toda la historia, hasta que punto logramos componer el rompecabezas de nuestra
historia por la dificultad que supone la ocultación oficial de los hechos y
derechos del Pueblo Canario, así como de muchas fuentes.
Desde el punto de vista de la soberanía nadie
cuestiona la existencia de un periodo largo de soberanía completa hasta hace
poco más de 500 años. Las discrepancias empiezan en ese momento en la que
muchos sectores platean una ausencia absoluta de soberanía canaria, posición
respaldada por esa ocultación oficial de los muchos hechos y derechos que
hablan de grados de soberanía canaria.
Si hay un hecho, algo que condicione y
determine por sus consecuencias históricas, en lo más profundo de su ser al
actual pueblo canario; algo que sea realmente su "Ethos" político
actual, es el llamado "Pacto de Calatayud" (30 de mayo de 1481) ( 1
). Firmado por Tenesor Semidán (Fernando Guanarteme) y Fernando de Aragón ( 2
), por medio del cual Canarias terminaría integrándose como Reino, con una
serie de condiciones y derechos que permitían la pervivencia del pueblo y la
Nación Canaria con sus características propias, al conjunto de Reinos que
formarían el Estado español.
Con esas características el Pacto interesa a
los canarios que consiguen pacificar la vida en el Archipiélago tras casi un
siglo de constantes enfrentamientos militares con españoles y portugueses, en
un momento de enfrentamientos cruzados entre esos dos países por el control del
Oeste Africano. Ante la falta de riquezas minerales en Canarias el Pacto es
satisfactorio para los españoles ya que se garantizan el valor geoestratégico
del Archipiélago para la penetración en el resto del Continente, valor
geoestratégico que aumenta con la llegada de los europeos a América.
Este ha sido un pacto de difícil equilibrio
en su cumplimiento, pacto que los canarios han intentado defender por lo que
significa de tratado político que reconoce la entidad "nacional"
canaria y por lo tanto como mecanismo de garantía de pervivencia del pueblo y
la Nación Canaria, y que los españoles han soslayado cada vez que han podido
para facilitar intereses coloniales en Canarias. El equilibrio ha sido
precario, decantándose allá por el siglo XVIII el fiel de la balanza en favor
de los intereses del Estado español, en contra de los intereses de la Nación
Canaria, momento en el que el Pacto deja de aplicarse sin que ninguna de las
partes, ni Canarias, ni el Estado español, lo rompa o denuncie legalmente,
quedando en la indefinición.
Las ocultaciones oficiales de ese pacto, del
que se habla en las diferentes crónicas pero en las que no se describe
claramente, nos lleva a estudiar los derechos de ese pacto según los hechos a
lo largo de los últimos 500 años.
En los antecedentes del Pacto de Calatayud
había una tradición de pacto entre canarios y europeos desde principios del
siglo XV, empezando con los Normandos.
A diferencia de lo que era el comportamiento
de los conquistadores europeos de la época para con los "paganos", en
Titerroigakat -Lanzarote - la entrada de Jean de Bethencourt , para
evangelizar, va unida a la formalización de una alianza matrimonial entre la familia
"Real" de la Isla y la de Bethencourt, con la boda Teguise hija y
heredera de Guadarfía, y Maciot sobrino y heredero de Bethencourt, con lo que
los canarios y los europeos quedan formalmente en plano de igualdad, con la
paradoja de que las dos partes pueden sentirse satisfecha ya que desde el punto
de vista canario la sucesión política queda garantizada por la vía matrilineal
como indica la tradición maga, y desde el punto de vista normando la
"conquista", o señorío, se consolida.
Cuando ya se llevaba medio siglo de
expediciones militares europeas, Sancho de Herrera ( 3 ) y Diego de Herrera ( 4
) llegaron a acuerdos en Tenerife y Gran Canaria respectivamente para construir
dos torres a cambio del mutuo respecto y la coexistencia pacífica, y que al menos
en el caso de Tenerife se establecieron "leyes y conciertos".
Al Pacto de Calatayud, firmado para toda
Canarias, primero se integra Gran Canaria, posteriormente se suman La Palma y
Tenerife, para terminar sumándose el conjunto del Archipiélago, tras rebelarse
el resto de las islas contra el régimen señorial y pedir ser incluidas en la
aplicación del pacto. En otro orden de cosas, el pacto hace posible la
aplicación en Canarias de una versión modificada y mejorada del llamado
"Fuero de Toledo" (leyes del Reino de Castilla). Este fuero permite
que el pueblo canario a nivel formal se dote de una serie de organismos
propios, estructuras políticas paralelas a las del resto de reinos del nuevo
Estado español ( Aragón, Castilla, Navarra ) con una amplia autonomía en
capacidad de decisión y actuación respecto a la corona y que mantiene unas
enormes cotas de soberanía para la Nación Canaria a diferencia de los
territorios conquistados militarmente y colonizados por España en el siglo XVI.
Consecuencia de las condiciones pactadas es
la pervivencia de las tradiciones, creencias, normas, cultura en general ( 5 ),
que incluso permitió un enorme grado de cohesión social por lo cual fue
posible, en el precario equilibrio con los poderes españoles, un enorme grado
de capacidad de respuesta colectiva, un enorme grado de integración nacional
como se vio en los diferentes conflictos hasta el siglo XVIII cada vez que los
españoles intentaron saltarse lo pactado sin lograrlo como es el caso entre
otros de:
Entre los hechos y derechos conocidos que nos
hablan de elementos de soberanía canaria producto del Pacto de Calatayud frente
a la soberanía española, tenemos:
Todos estos elementos son resultado del Pacto
de Calatayud y son de aplicación para los canarios, muy lejos de padecer un
trato colonial como los muchos pueblos conquistados y colonizados en la época.
Por otro lado, la presencia de colonos europeos supone en algunos aspectos la
existencia de elementos legales paralelos como se demostró con el intento de
Fernández de Lugo de recaudar entre los canarios, exentos de ese tipo de
impuestos, lo que la Corona reclamaba a los colonos, que no estaban exentos,
pretensiones que terminaron con un asalto al Cabildo y la quema de los censos
elaborados por Fernández de Lugo sin que se produjera ninguna detención, ni
investigación, y cubriendo los colonos al final el impuesto ( 6 ).
En la ambigüedad legal entre los derechos de
las dos comunidades, además del tratado de integración, el 20 de diciembre de
1494 se promulga como decíamos un fuero para Gran Canaria. En las otras islas
se aplican otros fueros con pocas diferencias que se tienden a unificar en la
practica con "reales cédulas" que son completadas con las
"ordenanzas insulares". Las Ordenanzas del consejo de Gran Canaria se
promulgan el 23 de junio de 1531 y las de Tenerife en 1540.Todas estas normas
más las añadidas a lo largo de la Historia constituyen lo que damos en llamar
"El fuero de Canarias", con todas sus especificidades (15).
El "Fuero de Canarias", como
plasmación política del Pacto creaba unos organismos, a distintos niveles,
tales como:
Desde 1481 podemos distinguir varios periodos
en la relación de Canarias con el Estado, desde el punto de vista de la
soberanía, del poder real de los canarios para poder determinar los
acontecimientos en nuestra propia Tierra:
1. Aplicación efectiva del Pacto de Calatayud, más allá
de los enfrentamientos para que el mismo se respetara - desde 1481 al siglo
XVIII.
2. Inicio de la pérdida real de soberanía entre finales
del XVII y el XVIII.
3. Colonización general de Canarias en lo cultural, lo
social y lo económico, a partir de finales del siglo XVIII, y los siglos XIX y
XX.
1.- Aplicación efectiva del Pacto de
Calatayud.
Si entendemos por soberanía a la capacidad
real de decidir como se organiza una comunidad en sus diferentes facetas
económicas, culturales, sociales y políticas, podemos asegurar que el Pacto de
Calatayud otorgaba un alto grado de soberanía a los canarios.
Lo mejor que nos habla del cumplimiento
práctico del Pacto en un primer momento es la resolución de los diferentes
conflictos dados, y antes mencionados, desde la firma del mismo hasta el siglo
XVIII, donde se respetan los intereses canarios, sin represión a los
protagonistas canarios en los enfrentamientos, incluso en el enfrentamiento con
la reconstrucción del Menceyato de Adeje en 1502.
Al principio de esa época es muy significativa
la continua adquisición de la libertad por los canarios esclavizados antes del
Pacto en cada Isla, incluso con la vuelta de muchos de los enviados fuera de
Canarias y la libertad para los Alzados capturados ( canarios que no aceptan el
Pacto, o se rebelan en algún momento por como se está aplicando el mismo), que
llegó en 1511 a contar con una orden soberana de dar libertad a todos los
"Guanches" esclavos, al menos en Tenerife. ( 6 )
La situación es lo suficientemente aceptable
para los canarios hasta el punto en que son las Milicias Canarias las que
repelen los ataques de ingleses, holandeses y franceses ante la falta de
soldados españoles que defendieran los intereses españoles en el Archipiélago,
y en unos momentos en que se comerciaba vino con Inglaterra. La acción de
dichas Milicias es una expresión clara de que los canarios no queríamos cambiar
de zona de influencia a pesar de nuestra buenas relaciones con los otros
países.
El elemento más negativo en éste periodo es
el llamado impuesto de sangre por el cual familias canarias se vieron obligadas
a emigrar a América. Aunque fueran libres y con tierras en propiedad, estábamos
obligados a repoblar zonas de América, y sobre todo a aportar la mano de obra
especializada para articular el sector agrícola que tanto necesitaba el imperio
español, para el que los españoles no estaban preparados ( de hecho en España
sufrían una crisis alimentaria por el desmantelamiento del sector agrario que
supuso la expulsión de los musulmanes ), y que tampoco les generaba interés por
los mayores beneficios de las minas de oro y plata.
2.- Inicio de la pérdida real de
soberanía.
Durante los siglos XVII y XVIII se agudizan
las constantes tensiones entre Canarias y el Estado que terminan por consolidar
el poder de la Corona sobre la Nación Canaria, con la consiguiente perdida de
soberanía del pueblo canario. Convergen dos tipos de enfrentamientos:
a. Políticos,
protagonizados por las aspiraciones del estado español de reducir la soberanía
canaria, sobre todo tras la llegada de los Borbones franceses a la Corona del
Estado español. No sin fuertes enfrentamientos, incluso armados, que
contabilizan hasta 99 motines, sólo entre 1648 y 1847 ( 17 ). Los
enfrentamientos entre instituciones de todo tipo: militares, civiles y eclesiásticas,
se intentan resolver creando la Real Junta de Negocios de Canarias ( 18 ), que
lo único que consiguió fue desprestigiar la Audiencia de Canarias. Los
enfrentamientos del tipo de tumultos populares, se solventan por la fuerza de
las armas, pero sin garantizar nunca la paz social.
b. Económicos,
Protagonizados entre; los productores agrícolas de exportación canarios que se
ven subordinados a los colonos comerciantes para poder exportar los productos
pero que hasta ese momento tenían una posición dominante por el valor de los
productos agrarios canarios en el mercado internacional; los productores
canarios de autoconsumo; la burguesía comercial para el exterior ( básicamente
foránea que se instala en Canarias por las ventajas fiscales y de libertad
comercial que la corona ofrece a esos colonos para ella garantizarse el apoyo
logístico en las actividades económicas tricontinentales del monopolio de la
Casa de Contrataciones de Sevilla). También aparecen tensiones económicas con
el Estado como en el caso de la exportación de vinos a Inglaterra.
La situación genera alianzas y
enfrentamientos entre los diferentes sectores que son utilizados por el Estado
español para mermar la posición de todos los canarios.
Por la información que tenemos fue en ese
periodo cuando se rompe la cohesión nacional del pueblo canario.
Hasta entonces los colonos europeos
realizaban constantes denuncias a la colaboración permanente entre los canarios
acogidos al Pacto y los Alzados. Colaboración que supuso:
Para proteger nuestros intereses nacionales
frente a los intereses estatales y foráneos en general, se consigue mantener el
régimen de privilegios y especificidades canarias, amparándose en el pacto de
unión al Estado y que nos permitían formalmente defendernos de los intereses
monopolísticos estatales, ajenos a nosotros, y defendidos por la Casa de
Contratación de Sevilla y Cádiz ( 19 ).
En la lucha cruzada entre los diferentes
sectores podemos encuadrar el motín de Garachico de 1666.
Durante el siglo XVII se da la circunstancia
de que en algunas Islas ( básicamente Tenerife, y en menos medida La Palma y
Lanzarote ) la economía se centra en el cultivo del vino que se dedica a la
exportación - principalmente con Inglaterra e independientes del monopolio
español -, y en las otras islas ( básicamente Gran Canaria, Fuerteventura y en
menos medida Lanzarote ) la producción es más diversificada y dedicada al
autoconsumo de todo el Archipiélago. Con un precario y delicado equilibrio
basculante entre los precios de los productos de exportación y las necesidades
de autoabastecimiento, se produjo un amplio período de eficiencia económica muy
beneficioso para los intereses de la Nación Canaria que se vio reflejado en el
sistema monetario. Con todo, el éxito venía condicionado por las coyunturas
externas de carácter geopolítico y por la capacidad real de controlar el
mercado exterior. Además la progresiva deforestación de las Islas ( originada
sobre todo por la tala de árboles para las labores logísticas del tráfico
marítimo español para América, y en menos medida para abrir tierras a la
agricultura ) rompía el ciclo canario del agua generando una endémica escasez
de este bien que va a condicionar la evolución agrícola con graves periodos de
crisis con las periódicas sequías.
Como decíamos, el sistema monetario canario
vio reflejada la eficiencia económica, gracias a la riqueza consolidada durante
el siglo XVI por los productores agrarios, mayoritariamente canarios, contaba
con una moneda con una cotización superior a las españolas y que en la balanza
comercial entre Canarias e Inglaterra permitía un superávit favorable a
Canarias. De ahí que los ingleses tuvieran interés de cambiar el estado de la
balanza comercial introduciendo sus productos en Canarias y reduciendo el
precio de los vinos canarios cuya producción estaba básicamente en manos
canarias. La burguesía comercial, básicamente foránea hasta mediados del siglo
XX, se alía con los ingleses para la importación de sus productos, mientras que
España consigue introducir vinos portugueses y españoles a gran escala en
Inglaterra, hundiendo los precios y el comercio canario que pasa a ser
deficitario a partir de 1730, no sin la ayuda de la burguesía comercial, que se
beneficia con la entrada de productos en el Archipiélago, con perjuicio para el
conjunto de la sociedad canaria que ve mermado el control sobre la dinámica
económica interna ( 20 ).
La organización comercial exterior controlada
por colonos era inadecuada y sin reserva de capitales suficientes que paliaran
los escasos beneficios en los periodos de crisis. Al cerrarse los distintos
mercados exteriores se buscan otros alternativos de los cuales se dependerá en
mayor medida. Esto se produce en ésta época condicionados por los intereses
geoestratégicos estatales, totalmente diferentes a los intereses canarios. Un
ejemplo es el comercio del vino con Inglaterra.
A la vez, la precariedad económica del
Estado, obliga a contribuir con "donativos" y hombres en las
diferentes levas de soldado para los distintos conflictos que sostiene España
durante ese periodo de tiempo. Al imponerse los intereses del Estado frente a
los intereses nacionales canarios se produce una continua descapitalización del
Archipiélago, con la salida de la plata atesorada, pasándose de un sistema
financiero estable, seguro y fuerte a una crisis endémica en el ámbito
monetario, siendo incapaz de afrontar con garantías los distintos reveses y
calamidades naturales que dejan, a partir de entonces y hasta hoy, a la
sociedad canaria en situación de crisis permanente.
En esa situación de intereses cruzados entre
la ya corona española, los colonos "residentes" en Canarias, los
canarios poseedores de medios de producción dedicados a la exportación, los
canarios poseedores de medios de producción dedicados al autoconsumo, y los
trabajadores de los diversos sectores, la victoria estatal se consigue al
romperse el consenso nacional en las filas canarias, al darse la circunstancia
de que una parte de la sociedad canaria, a cambio de ver beneficiados sus
intereses particulares, prefiere apoyar al Estado en la confrontación política,
aunque ello traiga la desintegración nacional y la descohesión social canaria.
Una situación parecida se da en el siglo XX con la desaparición del sucedáneo
de los fueros canarios, los Puertos Francos y el Régimen Económico y fiscal de
1972.
El siglo XVIII con el cambio de dinastía en
España que sustituye a los Austrias por los Borbones; por el desgaste de las
guerras de sucesión; la pérdida de territorios europeos; y los conflictos en
Latinoamérica, debilitan a la corona española que refuerza sus posiciones en
Canarias, aumentando el poder centralista y soslayando el Pacto, imponiéndose
el carácter hegemónico de los intereses españoles, la Razón de Estado española,
en detrimento de los intereses canarios, iniciándose una colonización real en
todos los frentes.
3.- Colonización general de
Canarias.
La alianza de hecho entre la burguesía
comercial, básicamente foránea, Inglaterra y España se consolida con la Ley de
Puertos Francos en 1852, que margina a los productores canarios. Inglaterra
satisface sus intereses comerciales en Canarias y en los tránsitos
tricontinentales; España conserva las rentas geoestratégicas y absorbe parte de
la producción agrícola canaria que adquiere importancia por la pérdida de las
producciones latinoamericanas; Y la burguesía comercial instalada en Canarias
se beneficia por la expansión mundial del comercio británico que utiliza las
Islas como base logística, en detrimento de la sociedad canaria.
Este cambio de la distribución de las rentas
lleva a la reestructuración de la población canaria con migraciones masivas
desde las zonas de producción, poblados y asentamientos nativos de todas las
Islas, a las ciudades puerto, poblados coloniales de Gran Canaria y Tenerife.
Esa nueva distribución de las rentas significa el hundimiento de las Islas que
no tienen una presencia de la burguesía comercial en beneficio de Gran Canaria
y Tenerife que son las Islas, en ese orden, con mayor presencia de esa
burguesía foránea. El sector más afectado es el de la agricultura dedicada al
autoconsumo por la competencia desleal de los productos importados,
agudizándose la marginación en Islas como Fuerteventura sin burguesía comercial
foránea y especializada en productos para el autoconsumo en todo el
Archipiélago. Por supuesto que la marginación también afectan a las zonas que
producen para la exportación ya que se ven obligadas a ceder a los precios que
imponen la burguesía comercial foránea. Con todo, la marginación afecta a todas
las zonas del Archipiélago dedicadas a sectores económicos productivos, y en
beneficio como decíamos de las ciudades puerto coloniales que centralizan el
comercio.
Con el comercio británico, y en menos medida
francés y de otros países europeos, se repite una época de esplendor económico,
pero ahora con una estructura económica dependiente que no permitió que el auge
económico se transformara en riqueza consolidada como la que había llevado a
que la moneda canaria valiera el doble que la española ( 20 ). Además fue un
auge económico con graves desequilibrios internos, ya que algunas zonas, e
Islas enteras fueron marginadas, y lo que llegó a otros sectores, los de
exportación, no era ni mucho menos las rentas justas. La debilidad financiera
de la burguesía comercial se trasladó a los diferentes sectores de la sociedad
canaria que nunca volvió a tener los recursos de los siglos XVI y XVII, y menos
aún a la estabilidad socioeconómica que hasta ese siglo XVII disfrutamos por
muchos siglos los canarios.
Es esa alianza la que explica la paradójica
colaboración en Canarias de los ilustrados, encarnados en Canarias por la
burguesía comercial, a esas alturas vinculada a los ingleses, y la jerarquía
española de la Iglesia Católica, principal representante del Estado español,
que enfrentados en la metrópoli se unían aquí para negar el "atavismo
bárbaro" de la sociedad y cultura maga canaria, mermando la cohesión
sociocultural para favorecer sus intereses económicos coloniales. En sentido
contrario a las migraciones de la población canaria, la iglesia española y los
ilustrados realizan un plan de desarrollo de iglesias y sociedades ilustradas
para eliminar la cultura maga e imponer lo europeo, cosa que después de dos siglos
no han conseguido ( 5 ), aunque a partir de 1960 y entorno a las universidades
si se desarrollan importantes círculos de "ilustrados" del siglo XX,
nativos, que a mucha distancia de los intelectuales canarios anteriores a esa
época, actúan internamente desvalorizando y marginando a la población que
reafirma la tradición propia.
El siglo XIX comienza para España con sus
luchas contra las tropas napoleónicas, y se desarrolla pasando por diversos
gobiernos absolutistas y liberales, regímenes monárquicos y republicanos, y el
debilitamiento continuo de su poder como potencia en el mundo con la pérdida de
las últimas colonias americanas y asiáticas que van sucediéndose una tras
otras, hasta que termine el siglo, lo que lleva a una cada vez mayor implicación
en Canarias. La pérdida de las cotas de soberanía y el desmantelamiento de los
mecanismos de autonomía a la hora de la toma de decisiones, lleva a una auge de
una conciencia cualitativa en la defensa de los intereses y la realidad canaria
y a plantear el horizonte de la independencia ante la pérdida definitiva del
Pacto.
Con todo, y acostumbrados a ir por nuestra
cuenta, sobre 1880, los pescadores canarios se resisten a perder su presencia
en el caladero sahariano, por lo que institucionalizan las relaciones
económicas con Marruecos con la firma de un acuerdo de pesca entre la cofradía
de mareantes de San Telmo de Las Palmas, con el emir de Marruecos, creándose la
"Compañía Canario-africana de pesca", amparada en los derechos
históricos de la Nación Canaria a faenar en la zona de los caladeros del banco
canario-sahariano, y que dio unos excelentes resultados económicos hasta que un
lustro después de su puesta en funcionamiento fue desechada desde Madrid,
imponiéndose la creación de la "Compañía Hispano-africana" en defensa
de los intereses estatales frente a los intereses nacionales canarios.
Las posibles consecuencias negativas para
España de una justificada reacción de los canarios ante la falta de derechos y
el comportamiento colonial que estaba aplicando la metrópoli, es la que lleva
al militar español, y diputado por Canarias, el Sr. Ricardo Ruiz Aguilar, a
defender que su país debería aumentar la autonomía que a principios del siglo
XX quedaba en Canarias, reducida ahora a unas milicias regionales y unas franquicias,
muy diferenciadas de las originales, pero aún diferentes de las existentes en
España ( 21 ).
Un ejemplo significativo acontece en la
Orotava durante el trienio liberal y que viene a evidenciar la diferencia de lo
que se puede entender por progresista y reaccionario en España o en Canarias.
Mientras en España al trienio liberal se le considera progresista, aquí en
Canarias tiene manifestaciones reaccionarias como el caso del juicio contra
Matías de Aguilar, presbítero de Garachico, y otras personalidades que fueron
acusadas de "conspiración para la independencia" de las Islas, sólo
por defender los intereses y particularidades de Canarias.
Como nos indica el Sr. Ruiz de Aguilar, en el
siglo XIX y principios del XX, el poder político se estructura desde Madrid. No
existe en la práctica la capacidad de organizar un grupo con poder, si quiera
autónomo, dentro de la propia estructura de los partidos españoles en Canarias.
Estos eligen a un "hombre de poder", independientemente de la ideología
real del personaje, para trasladar al Archipiélago los intereses coloniales, y
en torno a él desarrollan una estructura partidaria como fue el caso de
Fernando León y Castillo y el Partido Liberal español ( 21 ).
Como reconoce el mismo Ruiz de Aguilar,
cualquier posibilidad de organización de los canarios pasa por núcleos alejados
de las organizaciones establecidas como el que representó el Partido Popular
Autonomista liderado por Secundino Delgado. En esa misma línea se pueden situar
los análisis de Nicolás Estévanez, a pesar de haber sido Ministro de la Guerra
en España, y de Benito Pérez Galdos como expresa en el Conflicto que tuvo su
hermano, miembro de las milicias regionales, con los mandos del ejército
español en Canarias.
Desde diferentes sectores y en la línea
planteada por Secundino Delgado, se buscan vías de reorganización nacional que
devuelvan grados suficientes de soberanía. El propio Secundino bascula entre la
salida independentista y la de una autonomía efectiva que recupere el carácter
confederal de la vinculación de Canarias al Estado español, pérdida a finales
del siglo XVIII y no recuperada todavía.
Desde Fuerteventura, Manuel Velázquez Cabrera
plantea la necesidad de una reorganización política que permita a los Cabildos
intervenir para evitar la marginación de las Islas especializadas en los
sectores productivos. La presión de importantes sectores de la sociedad canaria
de todas las Islas llevan al Estado a ceder en el hecho de la reforma, pero el
Estado consigue modificar el sentido de la misma, alejándola de los objetivos
expresados por Velázquez y dejándola en logros más bien formales con la Ley de
Cabildos de 1912 ( cosa parecida a lo ocurrido con el Protocolo II de adhesión
a la Unión Europea ). Con esa Ley, de todas formas, casi cuaja algo de mayor
envergadura cuando se quiso hacer a nivel nacional, entre 1918 y 1919, una
Mancomunidad de Cabildos que hubiese sido en la práctica un gobierno nacional,
desde donde defender las especificidades canarias, pero que se malogró al final
con la imposición del "decreto de división provincial" de 1927.
De nuevo el Estado obtiene la colaboración de
las burguesías comerciales foráneas de Gran Canaria y Tenerife, que luchan
entre sí por lograr la hegemonía en el Archipiélago y que reactivan las
dinámicas de enfrentamientos entre Islas para captar el apoyo de otros sectores
de cada Isla en sus pretensiones particulares de lograr la hegemonía, y de
frenar cualquier proceso de reorganización de los sectores productivos que
cuestionara el modelo comercial dependiente de la economía canaria. Objetivo
éste último que, como ya vimos, coincidía con los intereses coloniales
españoles. El Estado español refuerza su posición con la división provincial en
1927, acabando con los intentos de reorganización de los canarios.
La crisis económica de 1930 deja pronto bien
claro que esa división provincial no solucionaba ninguno de los problemas de
los canarios que vieron como aumentaba la dependencia económica de los
ingleses, y la dependencia política de los españoles. Los sectores agrarios, y
productivos, de Tenerife que habían apoyado a la burguesía comercial instalada
en esa Isla, comprobaron que el enemigo no era Gran Canaria. Y viceversa, los
sectores agrarios, y productivos, de Gran Canaria vieron como la división
provincial no solucionaba los problemas de comercialización de los productos de
exportación ( 22 ). Así sucede con los otros sectores de la población nativa
canaria, sobre todo las del resto de las Islas que quedan definitivamente
marginadas.
El fracaso real para la sociedad canaria de
la división provincial en beneficio del estado español y de las burguesías
comerciales que siguen siendo básicamente foráneas ( 23 ), lleva a un
relanzamiento de las posiciones canaristas entorno a organizaciones
republicanas canarias, confederadas y no dependientes de organizaciones
españolas de igual espectro ideológico, que estructuran un proyecto de
autonomía para Canarias que reconoce el derecho de Autodeterminación como se
plasmó en el Manifiesto del Frente Revolucionario Unido en 1934.
Durante la segunda República española se
demuestra, una vez más, que ante la realidad colonial canaria, todos los
partidos españoles son reaccionarios, y de ahí los enfrentamientos entre las
organizaciones canarias y las españolas con las que estaban asociadas, por el
Estatuto de Autonomía. El caso más clarificador es el enfrentamiento entre los
comunistas canarios, PCC, y los comunistas españoles, PCE, que formalmente
reconocían el derecho de Autodeterminación de los pueblos pero que nos lo niega
a los canarios, aunque lo pidiera la única organización canaria, el PCC,
asociada a ellos en ese momento.
Los enfrentamientos llevan a un retraso en la
aprobación del Estatuto Canario que quedó pendiente de aprobación con la
rebelión militar que parte de Canarias, que destruye por la fuerza a todas las
organizaciones canarias que buscaban la reorganización nacional, y que termina
instaurando el régimen totalitario y autárquico del general Franco que agudiza
la dependencia política y sociocultural de los canarios que, por primera vez,
ven como se reprime por la fuerza las costumbres canarias, prohibiéndose hasta
las expresiones musicales ( Tajarastes, baile del pámpano roto, etc.).
España no podía impedir el tránsito de otras
potencias europeas por Canarias, más aún cuando el nuevo régimen franquista le
debía a algunas de ellas su victoria contra el régimen republicano. Pero España
necesitaba las producciones canarias, sobre todo las agrícolas, para paliar los
efectos de tres años de guerra.
El régimen franquista cortó los intercambios
comerciales entre Canarias y Inglaterra, rompiendo las redes inglesas que
controlaban esos intercambios, dejando un fuerte vacío que en principio sólo
fue llenado por la actividad de los cambulloneros canarios que utilizaban los tránsitos
de buques de todas las nacionalidades para desarrollar unas mínimas relaciones
comerciales de Canarias con el exterior de forma semiclandestina. Por primera
vez los canarios ocupan un puesto significativo en el comercio de exportación -
importación, que no es anulado con la llegada masiva de comerciantes españoles
a partir de 1950, entre otras cosas por la incapacidad de estos de suplir
efectivamente a los ingleses.
Junto al aumento de la dependencia política y
económica de España, por ese efecto secundario se desarrolla un importante
sector de empresarios comerciales canarios, y un pequeño pero dinámico sector
industrial. La hegemonía del sector comercial llevan al régimen Económico y
Fiscal de 1972 como sucedáneo de las antiguas franquicias, y malversación de
los fueros canarios, en detrimento, de nuevo, de los sectores productivos
canarios.
La represión generalizada de la cultura
canaria, junto a las definitivas migraciones hacia las ciudades puerto
coloniales o hacia los nuevos núcleos turísticos, terminan por desvertebrar a
la sociedad canaria, más aún cuando a las prohibiciones del aparato franquista
se suma la acción de ciertos grupos de intelectuales canarios que rehuyen la
tradición cultural maga, e importan y consumen las tendencias culturales
europeas como expresión de modernidad y progresismo. Esos mismos intelectuales
ayudan a difundir una versión falsificada de nuestra historia que lleva a
ocultar hasta las propias crónicas oficiales de colonos españoles de los siglos
XV y XVI. En esa inercia caen hasta sectores del nacionalismo canario que entre
1965 y 1984 rompen con la tradición política del nacionalismo canario desde
finales del siglo XIX hasta 1936 ( 24 ). De hecho, con la transición española
de 1977, todas las organizaciones canarias que antes de 1936 estaban
confederadas a organizaciones españolas, pasan a ser dependientes de las
organizaciones españolas, y su funcionamiento recuerdan al descrito por Ricardo
Ruiz Aguilar en el siglo XIX de los partidos liberal y conservador españoles,
antes mencionado.
Así sucedió con el PCC al que el PCE preparó
un golpe de estado aprovechando la represión franquista en los años 60 para
hacerlo dependiente de comité central español. Y así pasó con la Federación
Obrera Canaria que desaparece en beneficio del PSOE y la UGT.
Las organizaciones canarias orgánicamente
independientes de las españolas, caen así mismo en la dependencia ideológica y
de objetivos políticos de estas.
Con el Pacto de Calatayud incumplido por los
españoles y olvidado por los propios canarios; Con la mayoría de los fueros
canarios liquidados; Con la dependencia ideológica de las organizaciones
canarias; con una versión de nuestra historia inventada y falsificada por los
españoles; con una sociedad descohesionada y desvertebrada, llegamos a la
transición en el estado español, periodo en el cual no hemos sido capaces de
utilizar la libertad política formal para organizarnos y recuperar nuestra
soberanía, ya mediante la recuperación de la aplicación de los derechos del
Pacto de Calatayud, ya exigiendo la salida de los españoles por su
incumplimiento del Pacto.
- Abreu Galindo, ( "Que todas las franquezas y libertades que tenían, se le guardarían" ).
Historia de La Conquista de las siete Islas de Canaria.
- Antonio de Bethencourt Massieu, Pedro Agustín del Castillo su vida u obra.
- Juan Bethencuort Alfonso, Historia del Pueblo Guanche, tomo III.
- Luis Benitez Inglot, Instituciones Primitivas del Derecho en Canarias.
- Antonio de Bethencourt Massieu, Pedro Agustín del Castillo su vida u obra.