Editorial

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Prensa digital: problemas y esperanzas

Los encuentros nacionales e internacionales del sector –alguno muy reciente en nuestro país– coinciden en que no son fáciles los proyectos de Prensa digital. Sufren las mismas condiciones adversas y casi idénticas limitaciones que padeció la Prensa impresa en sus tiempos iniciales, y que convergen en la insuficiencia de recursos económicos. La paradoja es que Internet ha multiplicado, en cambio, los recursos informativos, las fuentes, los datos, los canales para profundizar en los hechos y en la historia de los protagonistas. Por ejemplo, biografías cuidadosamente expurgadas de los viejos archivos de papel reaparecen en todo su esplendor –o en muchas de sus miserias– en la gigantesca e incontrolada base de datos que es la Red.

Muchas razones se suman para que los proveedores de recursos sean opuestos a invertir en Prensa digital. La singular paradoja es que son precisamente las bondades del mundo digital las que lo hacen indeseable en determinados ambientes. No se trata solo del mejor y más amplio acceso a fuentes y datos. La estructura de costes es otro ejemplo, porque en la Prensa digital el peso de los productores de información es la parte del león del escandallo, lo que inevitablemente conduce a un periodismo más libre, esto es, lo contrario de lo que conviene a algunos. Como la Prensa digital es el esqueleto sustentador de la sociedad de la información, esa actitud cicatera contribuye a dificultar la implantación de esta última, y se ha convertido en un grave lastre para la modernización de la sociedad y para el incremento de productividad en la actividad económica general.

De ahí el sonoro silencio de muchas grandes empresas del sector de la información en el mundo digital. Invierten en periódicos de papel, en radios, en televisiones, pero se limitan a una presencia testimonial en la Red, a una mera traslación de contenidos de sus medios convencionales, con el añadido, como mucho y es bien de agradecer, de un buen archivo histórico. Cualquier cosa menos abrir las puertas al nuevo periodismo que, más temprano que tarde, permitirán las nuevas tecnologías de la información, que abren las puertas a la sociedad del conocimiento.

De ahí también que, por ahora, el nuevo periodismo digital esté principalmente residenciado en el esfuerzo de pequeños equipos multidisciplinares de profesionales independientes (periodistas, informáticos, sociólogos, etc.). Se trata, por lo general, de proyectos pequeños, libres, imaginativos, en los que alienta el aire fresco de la sociedad abierta. Proyectos que llevan dentro la flecha del futuro, aunque es difícil por ahora predecir si alcanzarán la diana o se quebrarán, antes, en el escudo que poderosos intereses llevan años intentando construir y que se resume en la mutación de Internet a una Red cerrada e intervenida, con el pretexto de prevenir un eventual riesgo de ciber-terrorismo. Nada nuevo bajo el sol. La historia del ser humano es una lucha entre el proyectil y el escudo.

Pero mientras sucede lo que tenga que suceder, aquí está esa inmensa y luminosa ventana abierta sobre la realidad global que es Internet. Y aquí está el milagro de la Prensa digital, casi indigente, pero proporcionando a los ciudadanos más y mejor información, más libre, rápida y divertida, sin necesidad por ahora de plegarse a la podredumbre en que ha degenerado aquella otra esperanzadora ventana abierta dentro de los hogares que fue la televisión gratuita en sus esperanzadores inicios.

Dimensión y estabilidad de la economía

La salud económica de un país tiene mucho que ver con su peso específico en el concierto internacional. Y este peso específico es un respaldo esencial para el mantenimiento de la salud económica y su desarrollo. No hay solución de continuidad entre ambos valores, porque sin una economía saludable y con dimensión suficiente para competir, la salud política, incluso la viabilidad política, es una quimera. En 1978, cuando nuestro país completaba la transición hacia un régimen democrático constitucional, lo hacía entre las inquietudes de una economía débil, anticuada en sus estructuras y poco competitiva. Ahora, cuando celebramos este cuarto de siglo de una democracia consolidada, España es ya una economía moderna, ha hecho en buena medida los deberes de las reformas estructurales y ha pasado de ser un “enfermo” de Europa a convertirse en una de las economías sanas, con peso propio no sólo en el ámbito de la Unión Europea, sino también en el contexto global. España es ya la octava economía del mundo, por delante de Canadá. A pesar de las enormes ilusiones y esperanzas de la transición, muy pocos hubieran creído, en aquellos años difíciles y todavía cercanos, que nuestro país viviría un cambio tan sustancial en tan poco tiempo.

Por eso sorprende que algunos, en las mieles del presente, reclamen el ejercicio de una soberanía fragmentaria, de ruptura pues con el Estado tal como éste se define en la Constitución, y no vacilen en anteponer una ensoñación política a la pérdida de ese excelente paraguas económico y empresarial que es formar parte de la octava economía del mundo.

Cierto que en todas partes, no sólo en España, se vive una época de exaltación de las identidades. En cierto modo, deseable o no según la opinión de cada cual, se trata de un equilibrio o contrapeso cultural y social al fenómeno de la globalización económica. Lo absurdo es que esa vocación de identidad se residencie en modelos políticos superados, que pueden perjudicar seriamente la actividad empresarial de las comunidades afectadas. Además de absurdo, es innecesario, porque el buen sentido de los españoles muestra una opinión pública muy mayoritariamente volcada hacia la integración plena de la pluralidad de identidades, en tanto se mantenga la cohesión que la Constitución establece y que nos ha permitido elevarnos a esa condición privilegiada de octava economía del mundo. A la cohesión territorial del Estado se encuentran indisolublemente unidas la dimensión, estabilidad y expectativas de nuestra economía, y por tanto, el éxito de la actividad empresarial.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Publicada : 18/01/2004 - 09:25h