“SEGURIDAD PÚBLICA EN CANARIAS"

 Por Miguel Leal Cruz.

 

Como quiera que la inseguridad ciudadana aumenta, por razones obvias, en nuestro superpoblado Archipiélago, cuyas causas son del conocimiento de cualquiera que desee conceptuarlo sinceramente: Desarraigo social, drogadicción en aumento, divorcios y desavenencias entre parejas y familias, bajos salarios desacordes con un nivel de vida alto que es artificial, embargos en viviendas, invasión descontrolada no sólo de marroquíes o subsaharianos sino lo que es mas grave de europeos de todas las latitudes sin menospreciar los españoles peninsulares competitivos en la limitada oferta laboral ( y de vivienda) en un sector del turismo en decadencia aunque no se diga claramente, la proliferación de robos, atracos y otros cuya autoría corresponde en mayoría a estos inmigrantes sin medios de vida, son sólo algunos de los factores para que se produzca ese aumento real de la delincuencia con perspectivas de solución nada halagüeñas.

Se vaticina a corto plazo nuevas y masivas manifestaciones al modo de la celebrada por el tendido eléctrico por Vilaflor, esta vez por variadas y diferentes causas que, como queda dicho, se van gestando de modo peligroso.

Por ello reeditamos un artículo alusivo a un país con problemas de todo tipo menos, precisamente, de seguridad ciudadana:

Recibimos desde Cuba un artículo de prensa aparecido en un número de la revista "Habana" firmado por  la periodista cubana Caridad Carrobello, en 1999, alusivo a la transformación de ciertas leyes cubanas. Por su interés para aplicación a la seguridad pública en esta comunidad, tan urgente y precisa, analizamos y comentamos.

Debe ser norma universal, no sólo de aplicación en la isla antillana, lo que el ministro de justicia cubano propone cuando expresa: "el fortalecimiento de la legalidad contribuye a que un país pueda trabajar en paz por su desarrollo".

Efectivamente, Cuba es, desde el punto de vista del orden público, un país tranquilo como así constatan sus cada vez más numerosos visitantes; cómo otro más lo comprobamos "in situ" fehacientemente, con ciertos reparos en el aspecto democrático, claro.

Pero no totalmente satisfecho el ministro, en febrero del pasado año, llevó al Parlamento cubano una nueva ley que modificaba el Código Penal anterior, ya que en los últimos tiempos venía observándose un aumento significativo de los delitos contra los derechos patrimoniales, como robos e intimidaciones, prostitución y otros. Y claro, la sociedad cubana, no acostumbrada a estos hechos, como tampoco respecto a  la droga, proxenitismo, blanqueo..., exigía una actuación más rigurosa, más enérgica frente a esta desvirtuación de la seguridad pública. Si éste hombre pasara por Las Verónicas, Playa del Inglés, Puerto del Carmen o cualquier lugar céntrico de las grandes ciudades canarias, se llevaría una gran desilusión del "llamado mundo libre", y volvería a Cuba feliz y contento.

Aquella modificación legislativa aseguraba el cumplimiento de las leyes previo otros medios preventivos en torno al "meollo de la cuestión".

Por que en estos momentos, según leemos en el artículo, "ha sido necesario el fortalecimiento de los efectivos de la Policía Nacional Revolucionaria, el incremento de la vigilancia y prevención por parte de las instituciones y organizaciones del país, así como la precisión mayor del papel del sistema..."

Damos fe al contenido del artículo en virtud de reciente visita a la mayor de las Antillas. Me refiero a la seguridad pública, comparativamente eficaz si analizamos los resultados de nuestra Policía en grandes ciudades y zonas turísticas. Pero sin ánimo de extrapolarlo a nuestras islas, sí podríamos estudiar el método empleado en la revolucionaria isla tropical. Tres policías situados en esquinas de calles conflictivas cubren un amplio perímetro, que a su vez enlazan con otros tres más, quedando de esta forma garantizada la seguridad, ante toda o cualquier acción delictiva, en la zona objeto de control por la presencia impasible de los agentes. Están en contacto visual a pesar de la distancia pero que a su vez mantienen comunicación por radioteléfono. Evidentemente esta metodología es más costosa que la que se aplica en los sistemas ordinarios. Pero si a Cuba le va bien ¿cómo es posible que no lo intentemos aquí, siendo un país libre y capitalista, o es que interesa a alguien para desvirtuar nuestras concepciones éticas o de identidad? ¿Por qué no creamos la Policía Canaria cuanto antes, para ver que ocurre?, ¿Permitirá el PP, mayoritario, el cumplimiento del Estatuto de Autonomía de Canarias en lo referente a esta cuestión?   

Estaremos atentos.

2-8-2000