DEL MAINE AL ACUERDO DE LAS AZORES.
Por Miguel Leal Cruz
Tal como publica la prensa española, ahora que se van a dilucidar, con luz y taquígrafos, en el hemiciclo parlamentario español el alcance de la gravedad de las presuntas "mentiras" oficiales, de prensa y de opinión inferidas al pueblo de España durante los días que siguieron al atentado del 11 de marzo hasta las elecciones convocadas que dieron el triunfo, no previsible días antes, al Partido Socialista Obrero Español (PSOE), abordamos el tema en cuestión y así dar una explicación, más que del hecho en sí o del costo y precio de las mentiras, de la reacción y toma de inminentes medidas por parte del nuevo Gobierno salido de tan polémicas urnas.
Considerado que efectivamente el acto terrorista influyó en la decisión del pueblo soberano, es obvia, no obstante, la reacción del nuevo Ejecutivo para la inminente retirada de fuerzas de ocupación hispanas en Irak. Pero ha de quedar claro que la alianza Aznar-Bush, fue motivada por la actitud de un país tercero en el mapa geopolítico mundial: Marruecos, cuya pretensión de anexionar por la fuerza, no el Islote Perejil, Vélez de la Gomera, Alborán, sino Ceuta y Melilla, ¿Canarias?, y sólo Estados Unidos, “el gendarme”, podía interceder ante tales intenciones y así evitar, tal vez, un ambiente de guerra en el Mediterráneo Occidental.
El resultado de las elecciones en España del 14 de marzo ha supuesto la más inesperada convulsión en el mundo ideado bajo la batuta del presidente Bush. De repente, la "hoja de ruta hacia el Gran Imperio" (para decirlo con palabras afectas a los inquilinos de la Casa Blanca) comienza a llenarse de borrones. La derrota de Aznar (Partido Popular: presente, como parte del trío Bush-Blair-Aznar), o la victoria de Zapatero (PSOE), ha puesto al pueblo español en el centro del escenario de la política mundial.
A todos les preocupa qué harán ahora Bush o Blair, o el resto de aliados de "la coalición". Pero lo que queda como residuo de la jornada electoral española es la aparición de los ciudadanos no sólo con un voto en la mano, como es normal en estos casos, sino con una actitud de movilización y vigilancia que inyecta una dimensión nueva en lo que se supone que era hasta ahora la democracia representativa. En España se ha vuelto a demostrar que la gente sabe más de lo que imaginan la clase política y los medios de comunicación. Su comportamiento es más actual, mejor informada, más entretenida y muy variada. En España se hizo política.
La desaparición de un miembro del "Trío de Las Azores" pone a los otros dos en situación precaria. Por otra parte, el programa de Zapatero, que recoge algunas de las demandas expresadas de manera clamorosa incluso desde mucho antes de las famosas manifestaciones de febrero del 2003, abre un abanico de posibilidades que parecían canceladas hace tan sólo unas semanas, o permanecían opacadas por otras más "mediáticas", adornadas por una semántica arrebatadora y presagio de muerte o de amenaza inminente.
En España se abren nuevas posibilidades más allá de los imperativos peligrosos y arriesgados marcados desde el otro lado del Atlántico.
El artículo de opinión bajo título “Del Maine a la Moncloa” publicado en el rotativo tinerfeño (Canarias) Diario de Avisos, el pasado día 4 de mayo, en torno al conocido acto terrorista del 11 M, firmado por Carlos Ramos Aspiroz, nos invita a solidarizarnos con él mismo y reflexionar acerca de la amistad política e interesada del Gobierno conservador español anterior a marzo con el republicano de los Estados Unidos presidido por Bush, que condujo a una guerra de todos conocida.
Es conocido que los gobiernos españoles progresistas durante los siglos XIX y XX, de los que son herederos los socialistas, mantuvieron una clara animadversión ante los llamados "yanquis" y su "modus operandi imperial", (destino manifiesto y bastón duro) y es aquí dónde se pretende clarificar la cuestión desde un prisma netamente histórico e incluso ideológico entre ambos protagonistas.
El también llamado “Coloso del Norte”, que a pesar de los serios contratiempos aún hoy encabeza las llamadas fuerzas de ocupación en la sangrienta y enconada guerra en Irak, que bombardearon insistentemente los restos arqueológicos que aún se conservan como valiosos vestigios de las milenarias culturas mesopotámicas, son los mismos que durante los más de doscientos años del nacimiento como nación y pluriestado federal, a partir de la proclamación de su emancipación de Gran Bretaña en 1776, han acumulado tal serie de intervenciones con similares características que, históricamente, son dignas de destacar en especial la pugna con lo hispano.
Estados Unidos, el colosal imperio que aún no tiene pies de barro, creado a sangre y fuego pero con grandes dosis de trabajo, imaginación, disciplina y deseo de superación en todos campos, especialmente el tecnológico, ha quedado erigido en gendarme del mundo, incontestado ideológicamente a raíz del desmantelamiento de lo que fue la URSS. El País del Tío Sam, de la Coca Cola y que produce las estadísticas mas desorbitadas del Globo, también llamado “Poderoso del Norte” por sus vecinos del Sur a partir de Río Grande, que pertenece a todos los Organismos internacionales, salvo la UNESCO, pero que como miembro de la OEA auxilió a Gran Bretaña en la guerra de Las Malvinas, ha cosechado los méritos suficientes para aquel protagonismo internacional, a la vez que, reconozcamos, necesario.
Después de la victoria de las Trece Colonias sobre los ejércitos de la madre patria, sin perjuicio de la presencia anterior de holandeses, los propios indios autóctonos o los españoles al sur, comenzaron la feroz expansión hacia el Oeste y a costa de las posesiones en Florida que España y Francia han de ceder así como amplios territorios de indios deportados por la Ley de Traslados de Jackson, consolidan un amplio territorio hasta la frontera de Méjico recién independizado de la Corona española.
En la cuestión de Texas de posesión legal mejicana, utilizaron nuevas fórmulas de conquista rápida. Con fútil pretexto de la matanza en el fuerte El Álamo a cuya defensa no acudió el general Houston acampado en las proximidades, unido a la ineptitud del general mejicano Santa Ana y de su ejército que fue derrotado fácilmente en San Jacinto, se proclamó la independencia del amplio espacio patrio que después de otro acto teatral fue anexionado.
California, también parte del vasto territorio imperial español que pasó a Méjico, ocupado en 1846 por sólo unos mil estadounidenses, proclamó unilateralmente la independencia y por el impuesto tratado de Guadalupe-Hidalgo (1848), la Unión anexionó California, Nuevo Méjico, Arizona Utah, Nevada, Arkansas, Colorado, Oklahoma, hasta un total de más del cincuenta por ciento del total territorial de la nación mejicana.
No satisfechos con tal hazaña imperialista, apenas cincuenta años después, en 1898, aun reconociendo que en Cuba, Puerto Rico y Filipinas existían focos independentistas contra la ocupación colonial española y su agotada administración, con otro fútil pretexto más cual fue la extraña voladura del acorazado norteamericano Maine, al que se refiere el autor del artículo citado, surto en el puerto de la Habana en sospechosa visita de cortesía, provoca una rápida guerra contra España a la que acusan injustamente del hecho y que conducirá a la pérdida no sólo del territorio cubano y puertorriqueño sino otras posesiones españolas en el sudeste asiático.
Estas Islas Canarias también estuvieron en el tapete personal de las apetencias anexionistas del presidente Mac Kinley para su ocupación efectiva, aspecto que preocupó grandemente al Gobierno español.
No ceja este gran país en su afán imperialista e interviene en cualquier teatro de operaciones, que resulte apropiada para su consigna máxima: Logra separar a Panamá de la Gran Colombia en 1904 para consolidar intereses adquiridos en el canal interoceánico con soberanía en el mismo hasta su entrega a Panamá a fines del pasado siglo por el presidente Carter, un hecho inusual
El “gendarme” interviene en Chile, Venezuela, Isla de Granada y lo intenta constantemente en Cuba a pesar de la advertencia soviética en 1962. En la guerra de Vietnam tuvieron tal cantidad de dificultades por la ayuda material y humana de China a los comunistas que optaron por dejar este teatro de operaciones y, por ello, considerada la primera derrota del gran coloso en sus doscientos veinte y tres años de Historia propia.
Si bien no podemos olvidar el tratado hispano norteamericano propiciado por el general Franco que facilitó las bases españolas de Rota, Jerez, Torrejón, Zaragoza, y otras, como escala y abastecimiento para dichas operaciones bélicas, con grave riesgo para España, como sí ha ocurrido recientemente.
La presencia actual en Irak, sin grandes apoyos de foros mundiales hasta ahora, y donde España, Honduras, República Dominicana, Polonia, intentan retirar sus efectivos bélicos, se halla en la fase de la pretendida reconstrucción y pacificación territorial. No obstante, creemos debe recibir, a través del marco más indicado que no es otro que el propiciado por la ONU, el apoyo de aquellos países inmersos en la dinámica de la paz y equilibrio geopolítico mundial así como en la lucha contra el terrorismo, que de persistir sería un peligroso pretexto para una nueva escalada bélica mundial.
Se ha de reconocer y aceptar la supremacía de los Estados Unidos como auténtica garantía y aval para buen caminar del mundo que nos ha tocado vivir, pero también se ha de reconocer que en la actualidad es muy difícil llevar a cabo el siempre difícil papel de policía por la gran cantidad de contradicciones, por intereses entre diversos posturas ideológicas o económicas, más las que encierran las propias leyes. Por todo esto será la Organización Mundial de las Naciones Unidas (ONU) la que ha de pacificar el conflicto, aunque se enfrente claramente con los intereses específicos de ciertos estados soberanos, protagonistas de la situación anormal creada, que no quieren “marchar con las manos vacías”.
De ahí la falta de unanimidad internacional en el problema iraquí con síntomas de revestir aún mayor gravedad en el futuro inmediato.
España y su nuevo Gobierno, como queda dicho, por convicción ideológica o táctica se han desmarcado de la situación, pero ¿Qué nos deparará las apetencias marroquíes en política exterior respecto a ciertos territorios soberanos que integran parte de nuestro País?