LA FIGURA DE FIDEL CASTRO: OTRA VISIÓN
Por Miguel Leal Cruz, Licenciado en Geografía e Historia y en CC. De la Información (Periodismo), La Laguna, Canarias-España
Ahora que la oposición interior cubana hacia el régimen de Fidel Castro parece que avanza con el aval de varios países democráticos, incluida España obviamente, y que su principal valedor, Gutiérrez Menoyo, fuera en otro momento colaborador del mandatario cubano, nos hace reflexionar y analizar situaciones referidas al momento político decisivo que vive la isla tropical. Este nuevo líder consensuado por amplias mayorías del interior en pro de una transición pacífica menos arriesgada que la que se gesta en Miami, pero con la que convergerá, seguramente, constituye una firme esperanza para la mayoría de cubanos, que al igual que lo que ocurriera en la España de Franco, desea un cambio de todo tipo de estructuras apremiantes, ahora más que nunca, para la isla, por el reiterado bloqueo norteamericano que el presidente Bush ha impuesto estos pasados días.
Por lo expuesto resulta apropiado recordar los avatares conducentes a la famosa revolución y de su principal valedor: un descendiente de español nacido en Cuba
Fidel Castro Ruz, es el protagonista principal para comprender la Cuba de la segunda mitad del siglo XX. Era el hijo de un soldado español más, reclutado para la guerra contra los “mambises” cubanos, que, terminó con en enfrentamiento y desigual guerra de España y los Estados Unidos. Fidel Castro es el mismo que, en otro enfrentamiento más reciente (octubre de 1962), casi llevó al mundo al borde de una guerra nuclear, pero que hoy perdura por aplicación de un sistema utópico y dictatorial al frente de los designios de la isla cuyas estructuras puso de "patas arriba" desde 1959 y la que muy poco han variado más bien han decaído, a pesar de la vieja teoría revolucionaria y marxista que alimentó el proceso.
Este líder tan vinculado a la historia de Cuba desde los años cuarenta del pasado siglo, ya constataba que la sociedad cubana estaba compuesta por unos pocos ricos poderosos y por una gran mayoría de desarraigados. Entre los primeros se encontraba su padre y la mayoría pobre en su mayor parte eran negros descendientes de esclavos importados por los criollos cubanos que habían trabajado en las plantaciones de azúcar desde los tiempos de la colonia española, pero donde no era extraño encontrar una gran cantidad de “isleños” o naturales de las Islas Canarias, con status a veces similar.
Fidel Castro (posiblemente, el segundo apellido, Ruz, es una desvirtuación gráfica del de Ruiz, error tan típico en la caligrafía de los archivos y registros), es otra persona más de aquellos descendientes españoles producto de ancestral emigración. De padre gallego y de madre de origen canario, según manifestó con orgullo en la visita efectuada a esta isla de Tenerife en 1997, así como a destacados investigadores y periodistas españoles, los canarios Zenaido Hernández, Carmelo y Martín Rivero, entre otros.
En mayo del 2000, el Ministro cubano de Asuntos exteriores recordó los orígenes maternos canarios de la madre de Fidel Castro, al propio Presidente del Gobierno de Canarias durante una visita oficial a este Archipiélago.
Es, sin embargo, en aras de la objetividad histórica, un cubano de pro como así se constata en su larga y atareada vida política dedicada a su país desde la época de estudiante universitario hasta la actualidad. La inmigración de gentes procedentes del norte de España, Andalucía y Canarias principalmente hacia Cuba, tienen lugar desde los mismos inicios de las colonias, establecidas en el Mar de las Antillas, pero que fue paulatinamente incrementada a lo largo de los cuatro siglos de dominación española en la Isla de Cuba. En una de las grandes oleadas de emigrantes gallegos a Cuba, la que tiene lugar en 1853, fue motivada por una terrible sequía que afectó a los cultivos de patatas (papas) y maíz (millo) que a su vez diezmaron los rebaños de la siempre verde Galicia. Pero en la Gran Antilla, la más rica y cercana isla del Caribe, se necesitaba braceros para el interminable cultivo de caña en las haciendas azucareras. Los grandes detentadores del campo cubano, españoles y criollos, a más de algún que otro extranjero, continuaban importando esclavos negros, principalmente a través del puerto de Nueva Orleáns. Hasta que los mercados se abolieron, como consecuencia del triunfo de los nordistas, antiesclavistas, en la contienda civil yanqui-confederada, la economía, bajo el duro trabajo, continuó sin que con ello hubiera acabado tan terrible injusticia humana y social en la isla tropical, hasta casi treinta años después, ya próximo a la emancipación de España como colonia de ultramar.
Estas circunstancias motivaron la gran afluencia de emigrantes gallegos, y de otras regiones de España, Canarias entre ellas, hacia Cuba, considerándose la llegada de un total de 800 mil entre 1853 y 1898.
El padre de Fidel Castro se asentó en el último cuarto del siglo. Ángel María Castro Arguiz, aparece nacido, según la partida de nacimiento registrada en el ayuntamiento de Láncara (Lugo) el 8 de diciembre de 1875, si bien el bautizo aparece el día 6. Lo más probable es que el parto hubiera tenido lugar entre el 2 y el 4 de diciembre y que la anotación en el registro se demorara por los inconvenientes de la época. Otra causa, posiblemente, sea la costumbre de las familias por llevar a cabo las inscripciones cuando hubiera suficiente constancia de que el hijo se desarrollaba sano y con esperanza de vida, una vez superadas las primeras infecciones. En aquellos momentos los Castro eran gente humilde, dedicados al cultivo del campo como campesinos sin tierra, ya que se alquilaban como braceros, viviendo a expensas de los tenderos de las localidades cercanas, endeudados y sin porvenir. De ahí el alto número de emigrantes a toda América, especialmente a Cuba.
Según el documento que recoge Santiago Aroca en su libro “Fidel Castro. Al final del camino” (para cuya investigación en Cuba tuvo problemas con el régimen) y que obtuvo en la parroquia de Láncara, Ángel Castro fue bautizado el día 6 de diciembre de 1875, a las 10 horas de la mañana, por el párroco Ramón López Neira, quien hizo constar en el documento que era: “hijo legítimo de Manuel Castro, oriundo de San Pedro de Armea, y de su mujer Antonia Arguiz, natural de la Piqueira, y vecinos de Láncara, ambos de profesión labradores”.
Parece que la vida de Ángel María Bautista Castro transcurrió, en sus primeros diez años, a caballo entre Láncara y El Ferrol, para visitar a un tío suyo que era mayordomo del cura de esta Ciudad que le permitía mantener una posición más desahogada que la de sus padres. Visitas éstas que se suspendieron cuando comenzó a trabajar como jornalero en los campos próximos al lugar de nacimiento y hasta cumplir los 19 años en que fue llamado a filas.
Tras alistarse, su tío de El Ferrol le puso en contacto con el hijo de un importante funcionario municipal que le había tocado marchar a la “guerra de Cuba”. Como era habitual en toda España por aquellas fechas, el hijo del rico pagó al pobre hijo Ángel Castro mil pesetas para que se enrolara, en su lugar, en dirección a la isla de Cuba, donde el General Martínez Campos combatía a los guerrilleros “mambises”, que a su vez luchaban por la independizar a la isla de España.
Este conflicto había estallado en 1868, cuando un criollo hijo de españoles, Carlos Manuel de Céspedes efectuó un llamamiento a la rebelión contra el poder colonial español, iniciándose la llamada “primera guerra de la independencia” que se alargo por diez años, hasta el llamado “Pacto de Zanjón”, que no contentó a nadie.
Nuevos impuestos y otros agravios comparativos con la población cubana especialmente criolla, alentaron otra rebelión en 1895, bajo la inspiración política de otro descendiente canario: José Martí Pérez, al que se suman los verdaderos ejércitos formados por los generales rebeldes Antonio Maceo y Máximo Gómez.
En cruel enfrentamiento con otro general español de sanguinaria fama que ya había actuado en la anterior guerra cubana: Valeriano Weyler, la interesada intromisión de los Estados Unidos en la contienda, dan al traste con la incansable voluntad de España para ganar esta guerra. Como parte de este ejército combatiente y como parte de aquella obstinación se encontraba como un soldado anónimo más, el campesino gallego Ángel Castro.
En estas circunstancias se hallaba el padre del que la prensa periódica llamaría “Comandante Fidel”, quien permaneció en Cuba para vivir la humillante derrota del ejército español al que pertenecía a manos de las tropas norteamericanas en última instancia. Antes de ser repatriado como español vencido, había estado destinado a la vigilancia de uno de los campos de concentración que el general Valeriano Weyler y Nicolau, marqués de Tenerife, ordenó que se instalara en las cercanías de Santiago de Cuba. La misión de Ángel Castro era impedir que los campesinos recluidos, hambrientos, ayudaran a las tropas rebeldes que se hallaban en las montañas de Oriente. Serán las mismas que medio siglo más tarde su propio hijo Fidel ocupará en las más ínfimas condiciones humanas, creando los precisos acuartelamientos para una eficaz lucha que daría lugar a una de las “revoluciones” más trascendentales de la Historia, sólo dos años después, según se apuntaba en otros artículos publicados en este medio.
Finalizado el conflicto parece que fue repatriado a Galicia el 15 de abril de 1899 a donde llegó dos meses después, tras una larga escala en Puerto Rico para recoger a otros repatriados. En su aldea de nacimiento, Láncara, halló más pobreza que la que había dejado al marchar dos años antes, por lo que inmediatamente regresó a Cuba huyendo, según la versión de algunos de otros familiares afincados en la isla caribeña, por la relación amorosa que sostuvo con una mujer de una localidad cercana a Láncara. Durante el trayecto en un vapor de la Compañía del Pacífico cuyo destino final era la ciudad chilena de Valparaíso, conoció a otros muchos emigrantes que huían de la miserable economía española que siguió a la guerra cubana, que iban a distintos destinos en el Caribe o en la América continental. Desembarcó en Santiago, capital del oriente de la isla con amplias zonas aún no suficientemente explotadas para grandes negocios agrícola-ganaderos, por lo que por aquellas fechas se hallaba poblada de aventureros de diferentes procedencias, muchos de ellos bandoleros que quedaban tras el licenciamiento de los soldados que conformaban el ejército rebelde.
A pesar de la derrota militar y de la sustitución de los poderes administrativos españoles por los cubanos (o norteamericanos), el suelo cultivable de la mayor parte de la Isla, y especialmente de la región de Oriente, se hallaba en manos de los españoles que habían cambiado a tiempo de bando. Como normalmente ocurre en situaciones coloniales como la que nos ocupa, simultaneando con las grandes compañías agrícolas yanquis que acaparaban grandes extensiones a precio muy bajo por el “derecho de conquista militar”. Aquellos amplios territorios se convertían, en breve, en los grandes negocios azucareros de todos conocidos.
El primer trabajo de Ángel Castro en la nueva República de Cuba, ahora bajo la tutela norteamericana, y por eso llamada “república neocolonial”, fue al parecer el de cortador de caña, actividad de la más normal en aquellos momentos, en una hacienda de la United Fruit. Consiguió ahorrar lo suficiente para adquirir un trozo de tierra en la pequeña población de Birán, que después engrandeció hasta convertirla en una respetable hacienda, según ha manifestado su propio hijo Fidel, de 14 mil hectáreas de superficie, llamada Macanas.
La favorable coyuntura azucarera que deparó para la isla la primera guerra mundial que se tradujo en excelentes precios para el azúcar, unido a otros factores de suerte, produjo las consecuencias para que se produjera el periodo fructífero que sigue. Ángel Castro, una vez superada la crisis que motivó el crack bancario de 1921 (repetido más tarde en 1929), se vio como un millonario emergente dispuesto a prestar dinero a interés contra la garantía de títulos de propiedades de extensas fincas, a través de los famosos contratos de “retovento” tan típicos de la cultura hispana colonial. Testimonios probatorios que lo confirman son las manifestaciones de un directivo de la United Fruit durante aquellos momentos: Don Hogking, gran amigo de Ángel Castro de quien dijo: “Este gallego trabajaba mucho, aunque a veces se le iba la mano en los negocios con la Cía Fruit para la que trabajaba”. Hacia 1910 se casó con una maestra de Birán, María Luisa Argote con la que tuvo dos hijos: Pedro Emilio y Lidia, manteniendo la felicidad del hogar hasta que un buen día, según este directivo de la United Fruit, apareció una carreta con emigrantes españoles, al parecer canarios, hombres y mujeres en una de las que Ángel puso sus ojos y decidió contratarlos a todos en la finca. Mantuvo relaciones íntimas con la mujer, llamada Lina de tan sólo 18 años, mientras que Ángel tenía 43, llegando a contraer matrimonio con ella hacia 1918, previo al divorcio con su legítima esposa Maria Luisa Argote.
Basándonos en la magnífica investigación llevada a cabo por Santiago Aroca, en diversos lugares de Cuba y de otros lugares de América y en España, concretamos que: de la unión con Lina, cubana de ascendientes canarios y cordobeses surgió una nueva y eufórica fase de los negocios de Ángel, pues según testimonios orales la describen como una mujer alta y resuelta que recorría las posesiones de los Castro a lomos de caballo, armada con un fusil americano Winchester. Rara vez se la veía en la casa familiar como esposa hogareña, que varios ancianos de Birán recuerdan como una vivienda de madera levantada sobre pilares de piedra al estilo gallego, y donde convivían las personas y los animales domésticos como era norma de aquella época. El propio Fidel Castro, años más tarde, recordó esta peculiar forma económica de subsistir en momentos de crisis, cuando decidió en 1991 que los cubanos criaran en los aledaños de sus casas animales domésticos o comer hierbas de contenido alimenticio.
En Birán su padre había instalado una carnicería, una estafeta de correos, un mercado de productos generales y un bar, denotando una posición social de arraigo y preeminencia.
De la relación de Ángel con Lina nacieron seis hijos, entre ellos Fidel , que vino al mundo el 13 de agosto de 1926. Más tarde aparecieron Raúl, Enma, Juanita, Ángeles y Ramón. El origen del futuro líder revolucionario es curiosamente, más que simplemente acomodado, rico, con una hacienda enorme que generaba grandes beneficios dinerarios. Contrariamente, la mayoría de cubanos malviven en chabolas y bohíos trabajando en época de zafra del azúcar en condiciones pésimas con salarios insuficientes, que dejan de cobrar cuando finalice el corte de la caña, que duraba sólo unos cuatro meses al año. La relación familiar no es buena, y se irá distanciando con el paso de los años, puesto que los intereses hacendísticos de Ángel Castro chocan frontalmente con las apetencias revolucionarias de su hijo, cuyos actos revolucionarios más importantes tienen lugar en la zona donde radican las plantaciones familiares. El mismo Fidel Castro nos ha dejado constancia personal de las circunstancias de esta etapa de la vida familiar cuando dice: “Llegué al mundo poco después de las dos de la madrugada, en una noche de ciclón, plagada de truenos, relámpagos y lluvias torrenciales”. Respecto a sus orígenes ha reconocido haber nacido en una familia rica, cuando dice “recordar haber tenido varios pares de zapatos, cuando los demás niños iban descalzos y no haber tenido falta de nada en la vida”. Fidel asegura que la riqueza de su padre también servía para comprar a los políticos del momento. “Veía a los líderes locales venir a la hacienda para cobrar de mi padre, que los metía en la habitación donde estaba la caja fuerte para darles un taco de billetes. Eso nos aseguraba la impunidad más completa”
Fidel Castro reconoce la abundancia material que rodeó su infancia y adolescencia si bien también tuvo otro tipo de problemas, comunes a las familias acaudaladas, como fueron la no muy buena relación, como ya dijimos, con su propio padre, que ya desde muy pequeños le envió a estudiar a Santiago y más tarde a La Habana. Con 19 años ingresa en la Universidad de La Habana. Cuba estaba presidida por el profesor Ramón Grau San Martín, que había sustituido a Batista en su primera etapa de protagonismo en la política de Cuba. Se baraja la hipótesis de este distanciamiento de su progenitor derivado de cierto complejo de ilegalidad al nacer, aspecto mal visto aún en aquella sociedad copia exacta de la española y de sus prejuicios anacrónicos impropios en una sociedad que imponía nuevos principios de carácter yanqui –anglosajón que arraigaban cada vez más en Cuba. Las escasas referencias de Fidel hacia su padre, que falleció en 1956, denotan cierto distanciamiento, cuando Fidel, con gran protagonismo revolucionario en el momento, contaba con sólo treinta años.
El líder cubano comenzó su educación en momentos agitados de la historia de Cuba, cuyos más valiosos próceres se rebelaban contra la ingerencia americana que tuvo lugar a raíz de la guerra de liberación, puesto que España salió de Cuba con la intención de dejar el destino de la isla a los propios cubanos. En su lugar fue ocupada por los Estados Unidos, que la convirtieron en un de protectorado. Hasta 1901 no permitieron que los cubanos tuvieran su propia carta magna y cuando aceptaron conjuntamente crear una constitución impusieron una contundente barrera, la llamada Enmienda Platt. Cuando en 1901 aceptaron retirar las tropas que habían derrocado a las españolas, el poderoso “estado protector”impuso fuertes limitaciones a la administración cubana para el ejercicio de la soberanía nacional que de hecho secuestraba los principios de la revolución independentista que pregonó Martí. De acuerdo con la citada enmienda, sólo los cubanos y norteamericanos podían adquirir tierras en la isla, pero Cuba no podía firmar tratados internacionales sin el consentimiento de los Estados Unidos, al tiempo que tomaban posesión con derechos perpetuos sobre la base naval de Guantánamo, dando lugar a lo que los mismos cubanos han llamado República Neocolonial y mediatizada. Los Estados Unidos podían intervenir militarmente en la isla “cuando la independencia de Cuba esté amenazada”, o que fueran afectados intereses norteamericanos. En su virtud se enviaron tropas a la nueva república en dos ocasiones concretas, en 1906 y en 1912, si bien la intervención mediadora en la misma Habana lo fue hasta 1959.
Fidel Castro, convivió con los acontecimientos desde la ciudad de Santiago y desde edad temprana se interesó por los problemas de su país. Afirma personalmente que: “entró en la política muy joven”. Estuvo en el colegio La Salle de Santiago para pasar al de los jesuitas, Colegio Dolores con profesorado de mayoría española, donde estudió Bachillerato y desde aquí pasó a la Universidad de La Habana para cursar estudios superiores.
En los años de bachillerato, Fidel obtuvo calificaciones aceptables. “Destaca, según indica la memoria del colegio Dolores, por su gran afición a las actividades deportivas. Toca bien la trompeta por lo que ha sido incluido en la banda de música. Era un alumno aceptable en clase pero insoportable después. Era de los líderes más destacado entre grupos “peleones”, pero jamás participó en un baile o en un concurso que no pudiera ganar. De todas formas, uno de los compañeros de estudios, Luis Aguilar León, le acuña de “tímido, acomplejado aunque pretendía aparecer como matón”.
En este perdió de Santiago apenas recibió la visita de sus padres. En el colegio tuvo bastantes peleas con sus compañeros, llegando a pegar a uno de los profesores. Lo recuerda el mismo Fidel que contó a Carlos Franqui lo siguiente: “Estábamos discutiendo por el mejor puesto de la fila para el desayuno, cuando llega el cura por detrás y me da un coscorrón. Entonces allí mismo me viré al cura, le tiré el pan que tenía en las manos y me fajé con él a piñazos (sic) y mordidas”. A raíz del incidente Fidel fue apartado del resto de los alumnos de su clase y los curas dieron aviso a su padre al que dijeron, según palabras del propio Fidel Castro, que era el bandolero “más grande” (sic) que había pasado por la Escuela. En septiembre de 1940, Ángel Castro se presentó en el despacho del director del Colegio Belén de la Habana el jesuita Miguel Lerrucea con una carta del arzobispo de Santiago recomendando a Fidel Castro, en la que se describía como “un piadoso joven, aplicado, de buenos modales y una sólida moral cristiana. El arzobispo recomendante, Pérez Serantes, gallego y amigo de su padre, volvería a intervenir a favor de Fidel años más tarde, cuando ya se había convertido en auténtico revolucionario y líder político en lucha por su isla capaz de organizar el asalto armado al Cuartel de Moncada. En esta última ocasión, Pérez Serantes habló con Fulgencio Batista y evitó que Fidel fuera fusilado sumariamente, detenido tras el fracaso sangriento del asalto.
En la faceta deportista Fidel destacó desde siempre. A este respecto su compañero José Ignacio Rasco dice de él “que era muy bueno al béisbol, sobre todo como lanzador. En baloncesto era un buen defensa, aunque pretendía jugar de delantero en cuyo caso el equipo perdía.
En 1945, ingresa en la Universidad para estudiar derecho, y donde se iniciará su vida política, integrándose en movimientos estudiantiles y surgiendo en él un sentimiento antiimperialista que mantendrá toda su vida. Lee y admira a los padres de la patria cubana y a todos aquellos que consideran excesiva la participación de los Estados Unidos en los asuntos cubanos.
En 1947 ingresa en el Partido del Pueblo Cubano, formación de corte nacionalista y radical, y en el que participa como conferenciante en jornadas propiciadas por la Universidad de La Habana en protesta contra la opresión que ejercen los yanquis en América Latina. Más tarde y con objeto de derrocar al dictador dominicano Rafael Trujillo, se alista en la llamada “Legión del Caribe”, cuerpo de voluntarios formado por unos mil hombres que fracasaron estrepitosamente en el intento libertador. Acusado de conspiración contra Trujillo es obligado a exilarse temporalmente en Méjico. Al año siguiente, 1948, se traslada a Bogotá con motivo del I Congreso Latinoamericano de Estudiantes, donde pretende plantear la lucha contra el colonialismo americano coincidiendo con la conferencia de la Organización de Estados Americanos. Elegido presidente del congreso se entrevista con Jorge Elicer Gaitán, líder del Partido Liberal de Colombia, que más tarde sería objeto de atentado con resultado de muerte dando lugar a los levantamientos en la Capital que se conocen como el “bogotazo”, en los que participó Fidel, iniciándose en la lucha armada dentro de una insurrección popular que le daría experiencia.
Retornado a La Habana, en 1951 contrae matrimonio con Mirta Díaz Balart, hermana de un compañero de la Facultad de Derecho, de la que tendría su primer hijo, Fidel, un año antes de doctorarse en Derecho e ingresar en el Colegio de Abogados de Cuba. En 1952 se presenta a las elecciones integrado en las filas del Partido Ortodoxo, pero el 10 de marzo, Fulgencio Batista con el aval norteamericano da el golpe de Estado, conocido en Cuba por “El cuartelazo”, con menoscabo de las libertades jurídicas. Fidel Castro denuncia al dictador ante los tribunales al quien acusa de violar las leyes y la Constitución de 1940, hecho que no produce efecto alguno, pero que constituye otro más de los intentos del ya líder cubano por hacerse con los destinos de Cuba.
Mientras cursaba derecho en la universidad de La Habana, Castro comenzó su ascendente carrera como reformista y nacionalista y más tarde en la política y como revolucionario. Los estudiantes constituían el foco progresista con extremada violencia combativa. Odiaban los gobiernos corruptos y dictatoriales de Cuba, siempre al servicio de los designios del gobierno norteamericano, y estaba claro, como ya había tenido lugar en la Revolución del 1933, que la generación de Fidel también deseaba cambios en la administración cubana.
No se trataba de un grupo de revoltosos, mantenían la consigna de lucha por la Constitución y por la dignidad cubana. Era una masa estudiantil consciente de su responsabilidad histórica, que luchaban por verdaderos ideales.
Uno de los muchos rebeldes colaboradores de Fidel, Ramón García, residente en Cuba, que fue especialista en el "sabotaje urbano, a este respecto manifiesta: "... las condiciones en que se estaba viviendo aquí eran nefastas. Los niños no podían ir a la escuela, el problema de la prostitución era muy grande, el problema de las casas de juego, eso producía efecto en el sentimiento de los estudiantes que no lo soportaban". Un compañero de estudios, Max Lesnick, decía de él: " Fidel usaba pistola al cinto y yo también la usaba, todos teníamos que estar armados si queríamos dar una opinión, aunque nosotros no éramos antes comunistas en el concepto reaccionario de la riqueza, pero sí teníamos la esperanza que el socialismo se desarrollara por caminos más abiertos, más humanos y Fidel también pensaba así. Distinta era la conducta de otros estudiantes que tenían una decisión política de pertenecer al Partido Comunista, y más tarde revolucionarios que ya eran comunistas”.
Datos estos que hemos obtenido en un documental de la BBC editado en 1999 y escrito por el periodista británico Hugh Oshughnessy, con marcado carácter progresista y pro revolucionario.
Fidel destacó en la facultad de derecho de por sí la más prestigiosa e importante de la Universidad, en un momento político y social apropiado para ser líder de justas reivindicaciones.
Para los ricos la vida en Cuba era agradable y para los turistas deseosos de la buena estancia que se les deparaba, especialmente norteamericanos, que llegaban en gran número a La Habana. Los inversores yanquis controlaban los principales resortes económicos, bajo la aceptación de los gobiernos cubanos, que "bailaban al son de Washington" que no deseaban cambio alguno en el status creado.
Una vez finalizada la carrera de abogado pasó a ejercerla, al tiempo que se convertía en un político en ciernes como candidato del partido Ortodoxo para la asamblea provincial de La Habana
El compañero de estudios en su juventud, Max Lesnick, ya citado, dice: "... quiere decir que Fidel Castro no escogió en aquel momento el camino para la violencia ni la insurrección. Por su mente no pasó producir un movimiento de asaltar un cuartel ni tomar el camino de la acción directa al poder constituido para hacer una revolución frente a un sistema corrupto, pero que era de origen democrático. Pero cuando se produce el golpe de estado del 10 de marzo las cosas cambian..."
En efecto el 10 de marzo de 1952 el general Fulgencio Batista tomó el poder violentamente, justo antes de las elecciones que el mismo había anunciado. Estados Unidos no tardó en reconocerlo como líder, aún sabiendo que la corrupción proliferaría en Cuba bajo su mandato dictatorial. En La Habana los acontecimientos así lo confirmaban. Wayne Smith, agregado en la Embajada de Estados Unidos en La Habana, al respecto manifestó: "... los viejos y perversos modelos se perpetúan, era una ciudad abierta, la mafia regentaba los casinos, Batista era sin duda responsable y cómplice de los crímenes.
Max Lesnick, en torno a la dictadura batistiana, nos dice: " Y ahora hay un gobierno que no es civil sino que es militar donde las libertades públicas están restringidas, donde la única posibilidad de cambiar la situación es por la acción revolucionaria..."
Y llegó el 26 de julio de 1953 en que Castro lidera un puñado de valientes para atacar el cuartel "Moncada" en Santiago. El mismo, posteriormente, da la versión de sus intenciones cuando dice:.... "Pensábamos de provocar un levantamiento nacional para el derrocamiento de Batista. Caso de no lograrse el levantamiento nacional, o en el caso de que Batista pudiera reaccionar con fuerzas superiores y atacarnos aquí en Santiago de Cuba, la idea nuestra era con las armas del cuartel Moncada, marcar a las montañas y librar la guerra irregular desde Sierra Maestra..."
La mitad de los asaltantes perdieron la vida durante la operación o fueron ejecutados poco después sumariamente por el ejército de Batista. Algunos, entre ellos Fidel y su hermano Raúl, lograron escapar escondiéndose en las montañas. Fidel sería capturado pocos días más tarde, escapando, por muy poco, a una ejecución inmediata por la intervención de un teniente de color, Sarriá, que era masón, y por las influencias que su padre Angel Castro, aún mantenía en el clero y la burguesía cubanas, según obtenemos de la amplia bibliografía cubana revolucionaria.
A partir de aquel desesperado esfuerzo, surgiría el Movimiento 26 de Julio, que marcaría la trayectoria ideológica futura, convertida en fiesta nacional de Cuba, aunque en estos momentos no habían podido cumplir ninguno de los objetivos previstos. Sin embargo, Castro tomaría importancia como líder natural contra Batista
Otro funcionario de la Embajada USA en La Habana, opina respecto al asalto al Moncada: "... en realidad atacar uno de los cuarteles más poderosos de Batista por un grupo de estudiantes escasamente armados era una táctica condenada al fracaso. Este ataque constituía un gesto mediante el cual Fidel se afianzaba en un tradicional nacionalista histórica..."
Sometido a juicio el joven abogado desvirtuó a Batista en un magnífico discurso con citas de Santo Tomás de Aquino, Milton y las revoluciones estadounidense y francesa. Se convirtió en texto sagrado para los revolucionarios que se convertiría en consigna: "La historia me absolverá".
El guerrillero Ramón García, para el citado documental, dice: "... la historia me absolverá, como decíamos muchos de nosotros, era la Biblia. Yo creo que fue la primera constitución que tuvo este país estaba en torno a "la historia me absolverá", por que ahí fue donde Fidel define el problema de los pobres, el problema de las escuelas, la tierra para los campesinos, la vivienda, que era un problema muy serio. Aquella fue nuestra referencia para la lucha".
Castro fue condenado a quince años de cárcel pero Batista le dejó libre a él y a sus compañeros al cabo de 19 meses. Junto con su hermano Raúl decidieron exiliarse a México donde inició su verdadera formación ideológica. También se reveló contra la Unión Soviética. Nicolay Leonov, funcionario de la Embajada soviética en La Habana, dice: "... conocí a Fidel Castro en el verano de 1956 en México donde residían todos los exiliados y revolucionarios cubanos por aquel entonces. Estaba seguro que Fidel era el líder del movimiento democrático nacional y nunca tuve la impresión de que fuese marxista".
Un joven argentino dio muestras de igual o mayor influencia que cualquier ruso, se trataba de Ernesto Guevara, revolucionario de ideas independentistas y marxistas, gran colaborador de Castro, a primera hora, en el proceso revolucionario- comunista cubano.
A borde del mítico yate Granma, Fidel Castro dirigió en 1956 la Cuba de Batista con 82 hombres que viajaban en la pequeña embarcación. Partieron de las costas de Veracruz, y al cabo de una semana, más muertos que vivos, arribaron a una peligrosa costa del oriente de Cuba, próximo a Santiago.
El ataque estaba motivado por el orgullo en sí mismo, en su patria y en los hombres que dirigía estando la ideología en un segundo plano. Los rusos, a pesar de todo, se mostraban recelosos ante estas situaciones revolucionarias, uno de sus dirigentes dijo: "nosotros nos regíamos por la teoría clásica según la cual primero había que crearse un partido, una autoridad entre las masas y la victoria surgirá como resultado de un proceso democrático. Así pues estábamos en alerta por lo que pudiesen hacer estos revolucionarios..."
El ejército de Batista, a través de la denuncia de unos campesinos, sorprendió al grupo de Castro por opresa en un cambo de bambú, salvándose sólo 16 hombres de la muerte o captura, que se reunieron nuevamente en las montañas próximas. Al cabo de unos meses había logrado reclutar a 150 campesinos para conformar el embrión del "ejército rebelde", a los que convenció que la victoria estaba "a la vuelta de la esquina". Uno de aquellos campesinos, siguiendo el citado documental dijo, refiriéndose a Fidel: “ Era una persona de un gran carisma, causaba un gran impacto y una gran impresión en el campesinado. Se llevaba muy bien con los campesinos pobres de Sierra Maestra, que veían en el comandante la persona que había ido, en primer término, para liberarlos a ellos, desde el punto de vista agrario..."
En efecto ya se explica a los campesinos las características de una reforma agraria proyectada.
Batista, a través de comunicación radiada, difunde el rumor de la muerte de Castro, quien en contrapartida hace llegar a sierra Maestra al periodista norteamericano
Herbert Mattthews, que realizará un amplio reportaje sobre la vida de las guerrillas y publicado en el NEW YORK TIMES y PARIS MATCH , cuya difusión mundial resulta favorable a los revolucionarios.
Él dirá a los reporteros: “ La revolución cubana es una de las primeras revoluciones que será radiada y televisada al mundo. Fidel Castro le concedía una enorme importancia a la radio y por la radio él jugaba un papel importante, por que trasmitía los partes de guerra y lo que estaba sucediendo”.
La administración de Batista seguía su política de persecución con los discrepantes, y por aquellos días disolvió violentamente la concentración de estudiantes que conmemoraban el aniversario de los fusilamientos, en 1871, a ocho estudiantes de medicina durante la ocupación española de la isla.
Los que eran capturados eran a menudo asesinados o torturados. Uno de ellos preguntado manifestaba: “... golpes, golpes, y con mangueras también y con un bicho que se llamaba manatí, que era más duro que el tolete de un guardia. No te procuraban dar en la cara por si acaso te quedabas vivo, o algo así y podían presentarlos ante las cámaras de la televisión . Las tropas de la tiranía se dieron cuenta que no podían hacer nada combatiendo contra nosotros ya en una situación en la que ellos estaban desmoralizados. Llegó la situación en que no podían con nosotros, y en todo este maremagnun de acontecimientos se nota ese liderazgo, esa figura de Fidel, esa figura del compañero comandante como le decimos nosotros... Había que ver la impresión de Fidel en los pueblos donde llegaba, en Oriente, la impresión que el comandante causaba en las masas populares. Como él se comunicaba con el pueblo, la forma de relacionarse; lo victoreaban, como le aplaudían, era una cosa realmente fantástica.
En las montañas el pequeño ejército rebelde de Castro hacía estragos en las tropas de Batista no suficientemente adiestradas, fracasando incluso los bombardeos masivos en las montañas ordenados por el dictador, al que poco después le fue suspendida la ayuda militar por parte de su aliado principal: los Estados Unidos.
Parecía un sueño, el pueblo de La Habana lo esperaba. Todo el pueblo. Era una inmensa muchedumbre con el grito anudado en la garganta: Fidel. Por primera vez los cubanos se sentían artífices de su propio destino. Ya no era una colonia de los europeos ni un apéndice de los Estados Unidos, sentían que podían sacar la isla del arroyo y construir una sociedad mejor.
“Había la atención que pudiéramos comparar con el anuncio de que viene un ciclón, pero es un ciclón que se desea, por que va a barrer con la podredumbre.
Todo el mundo se vuelve generoso. Los habaneros hospedaban a los campesinos en sus casas, todo el mundo comenzaba a pensar en una Cuba mejor. Aquel fue un momento muy bello, nadie pensaba en una revolución comunista, solo se hablaba de libertad y de profundas reformas”.
Castro llegó a la capital unos días después del año nuevo acompañado de su hermano Raúl. La multitud esperaba ansiosa oír su primer discurso como el líder indiscutible de luna revolución victoriosa.
La gente del público comenzó a arrodillarse boquiabierta cuando una paloma, posiblemente adiestrada, se había posado en su hombro donde permaneció largo tiempo.
Mientras tanto Fidel consolidó su posición personal confiando en su hermano Raúl, Che Guevara y muy pocos más. Los rivales potenciales fueron apartados, abandonaron Cuba o simplemente desaparecieron.
Castro no tardó en poner en práctica el programa anunciado de las reformas sociales: Ley de alquileres, reforma agraria, alfabetización y otras que molestaban a los opositores de Castro que le tachaban de comunista.
Castro visitó Washington, donde el presidente Eisenhower no le recibiría, pero si el vicepresidente Nixon al que explicó sus proyectos para Cuba, al que no causó buena impresión. El mismo Fidel, defraudado, dijo a la prensa: Le expliqué las cosas de Cuba, la situación económica y social de Cuba, la pobreza, la desigualdad, los cientos de miles de desempleados, los campesinos sin tierra, las medidas que debíamos tomar, nosotros, para resolver esa situación y Nixon me escucha y me escucha. No dice nada, no hace ningún comentario, pero cuando termina la entrevista conmigo, es conocido que le envía un memorandum a Eisenhower al que dice que Castro es comunista.
Teniendo en cuenta los objetivos de los mismos revolucionarios, Castro y Guevara de liberar Cuba, creo que eran conscientes que liberar Cuba del dominio económico de Estados Unidos y de toda la América, les conduciría a un conflicto con los mismos Estados Unidos, como así ocurrió."
"Era imposible soportar tanta infamia..."
Asimismo, Castro, más tarde manifestó en un discurso que: la vieja fortaleza española de La Cabaña era otro foco de acontecimientos. Allí tribunales revolucionarios juzgaban y llevaban a contrarrevolucionarios a la cárcel o al pelotón de fusilamientos. Muchos miembros de la clase media se asustaron y huyeron a los estados Unidos, donde se fortalecía el grupo de presión anticastrista.
El estadio del conflicto entre Cuba y Estados Unidos, que nosotros presenciamos durante la Revolución Cubana posterior a 1959, constituye un choque de ideologías y de voluntades. Estados Unidos quería que continuara en su órbita, deseaba que Cuba siguiera siendo un país en el qué poder introducir una enmienda en la Constitución, para la obtención de derechos supranacionales a su favor y a lo que se oponían los cubanos.
En 1960 Anastas Mikoyan, vicepresidente soviético llegó a Cuba fue la primera personalidad de Moscú que visitaba la isla y firmó un contrato por millones de toneladas de azúcar. Poco después Estados Unidos canceló sus compras tradicionales de azúcar cubano. Cuando las compañías occidentales decidieron no refinar petróleo soviético Castro inició la nacionalización a gran escala ante el regocijo de la gran mayoría de cubanos, pero se distanciaban peligrosamente las relaciones entre ambos países.
Estados Unidos en lo sucesivo incrementó los atentados contra la isla y contra el mismo Castro, habiendo fracasado todos los intentos.
Fidel decía en inglés: " Ha sobrevivido con vida en el poder por tan alto nivel de paranoia. El nivel tan grande que él tiene por temor a que lo maten, creando alrededor de él un gran estado de seguridad. Cuando se movía, se movían también grandes cantidades de hombres y de autos para su seguridad personal..."
En l961 el gobierno estadounidense se preparó una fuerza de ataque formada por soldados cubanos que liderados por la Cía. deberían invadir Cuba desde Nicaragua
La operación de la Bahía de los Cochinos constituyó una victoria cubana y un destre para Estados Unidos. La operación de Bahía Cochinos fue causa de una gran depresión para todos los uniformados estadounidenses. Nos identificábamos con la fuerza invasora a la que los Estados Unidos habían utilizado y no había sabido apoyar. Nos sentíamos avergonzados de nuestro país. A menudo me pregunto como pudimos ser tan necios en la Bahía de los Cochinos como para haber pensado que podríamos hacer desembarcar a unos 1200 exiliados escasamente armados y que estos podrían someter a un ejército regular de 60.000 hombres disciplinados, armados con artillería y tanques soviéticos.
Atacado por estados Fidel Castro busco la protección del enemigo de su enemigo y adoptó su ideología.
Fidel lo corroboraba cuando dijo: ". ...Por que hay que decir que por encima de todos, de todo, somos marxistas leninistas... "
Esta conversión al comunismo fue por razones de oportunismo coyuntural, ya que precisaba una potencia que le asesorara y ayudara en sus postulados revolucionarios en un país que desde el punto de vista económico necesitaba estructuración y subvenciones dinerarias, que llegaron a ser, producto de aquel acuerdo, de miles de millones de dólares. La Unión Soviética en su afán de expandir el comunismo por el mundo, tenía en Cuba una base fundamental para influir en la América Latina y en el corazón de su máximo adversario ideológico: Los Estados Unidos.
Un año después los acontecimientos de Cuba estuvieron a punto de conducir al mundo entero al borde de la guerra. Tropas soviéticas se instalaron oficiosamente en la isla. En el plano confidencial introducían mísiles nucleares que permanecieron bajo el control de Moscú, sin que Castro tuviera ningún mando sobre ello. Un oficial soviético entrevistado dijo: “En la crisis de los misiles de octubre, según nuestros datos constituye uno de los asuntos más complicados. Según recientes investigaciones en los archivos rusos, Nikita Kruschov hizo, en persona, una oferta de este tipo. Se trataba de una iniciativa propia que llegó a comentar con sus socios de la cúpula del partido, que quería ponerle a los estados Unidos un cardo entre las piernas..."
Los aviones espía de Los estados Unidos no tardaron en detectar los misiles. La presencia de armas nucleares en el Caribe retaba a John Kennedy a actuar como así hizo.
El volumen de armas soviéticas que llegaba por mar aumentaba y el presidente impuso un bloqueo naval contra los barcos soviéticos. Europa y el resto del mundo condenaban la táctica como ilegal.
Pero el planeta enmudeció ante la amenaza de una tercera guerra mundial, el propio Castro así lo entendía cuando dijo: "... partíamos del principio que esa guerra se convertiría en guerra nuclear y de todas maneras íbamos a desaparecer. Antes de que el país fuese ocupado totalmente, dispuestos a morir, yo sí hubiera estado de acuerdo en el empleo de las armas nucleares tácticas... ".
Por suerte Kruschov no podía hacerse una perspectiva global y también temió lo peor. En realidad sólo había dos opciones o retirarse o declarar una tercera guerra mundial, opción, que claro tampoco agradaba a nadie en el Kremlin.
A espaldas de Castro y sin su consentimiento Kruschov y Kennedy, retomaron las conversaciones y llegaron a un pacto. Los misiles se llevaron de vuelta a la URSS, Kennedy se comprometió a no invadir Cuba y retirar los misiles estadounidenses de Turquía. Castro quedó a un lado ofendido y furioso.
No se podía dejar a Castro fuera y negociar sin respetar su opinión. No es un hombre con el que se puede jugar como una “marioneta”, que es, precisamente, lo que él creía que Kruschov había hecho. Estaba tan furioso que por un momento hubiera llegado a firmar la paz con el presidente K aun consciente de que fue Kennedy el que había desplegado la invasión e Bahía de los Cochinos en su contra. El autor del reportaje que comentamos dice: “ John Daniel, periodista francés que visitó a Castro en calidad de emisario de Kennedy, informó que el comandante revolucionario se mostraba muy entusiasta, muy receptivo y dispuesto a establecer un diálogo con Norteamérica. Pero estando Daniel en Cuba llegó la noticia del asesinato de Kennedy y Castro comentó que aquello, ponía punto y final al problema, y de hecho así ocurrió".
Para Moscú resultaba de vital importancia reanudar las buenas relaciones con un aliado que se había convertido en una figura mundial. Los soviéticos invitaron a Castro a realizar la primera visita a la Unión Soviética donde fue nombrado miembro honorario de la cúpula del gobierno soviético. El trato dispensado durante la estancia en Rusia, donde fue tratado como un héroe mítico, fue apoteósico.