CHÁVEZ NO SEGUIRÁ LA POLÍTICA DE CASTRO
Por Miguel Leal Cruz
En el momento de cerrar el artículo periodístico que sigue, se ignora
cuál ha sido el resultado del referéndum, celebrado ayer domingo día
15, en la nación hermana de Venezuela para recortar el mandato del
presidente constitucional Hugo Chávez Frías, o no, aunque dicho
resultado se pueda intuir a la vista de las encuestas serias y del
temor y nerviosismo de la administración Bush a través de su embajador
en Caracas. Si bien, existen dos variables sociales a tener en cuenta:
Los indecisos que en torno al 20 % de los encuestados contestan "ni fu
ni fa", los llamados ni-ni, o aquellos pertenecientes a la clase media
venezolana que votaron a Chávez pero que tal vez no lo hagan ahora a
los que sumamos los parados y hambrientos sin la ayuda oficialista que
se plantean "o seguir parados o votar por opciones alternativas",
aunque les infundan temor, siempre que vuelvan a tener empleo estable.
Si bien, analizados otros acontecimientos pasados se desprende que las
revoluciones que tuvieron lugar en la historia, salvo contadas excepciones, fueron antidemocráticas,
violentas y sobre todo sangrientas en grado sumo, no sólo las más
destacadas en el ranking de la violencia extrema: francesa, mejicana,
bolchevique, cubana…, sino incluso aquellas de menos enjundia como la
de 1830 y 1845 en Paris, principalmente, la de Garibaldi para la
unificación de Italia o la que destronó a Isabel II en España en 1868,
llamada La Gloriosa.
Aquellas otras como la patrocinada por Hugo Chávez para Venezuela,
llamada por él “bonita”, podrán tener éxito precisamente por no haber
caído en la metodología antidemocrática de las mencionadas,
especialmente por el respeto a la libertad de prensa que para el país
de los llanos se ha mantenido, dígase lo que se diga.
Si bien no podemos obviar que otras también pacíficas como fue la de
Daniel Ortega para Nicaragua abortada, por la bondad de su gestación,
en elecciones libres por la derecha tradicional representada por
Violeta Chamorro o la de Salvador Allende para Chile por un militar
traidor y sin escrúpulos, Augusto Pinochet, elemento amoral y autor
con ensañamiento de innumerables asesinatos durante el régimen de
nefasta memoria que siguió a su primer asesinato: el propio presidente
constitucional chileno.
Sin embargo, ha de quedar claro que a pesar de la amistad o afinidad
ideológica en algunos aspectos entre Chávez y Fidel Castro (con
donación de petróleo casi gratis a cambio de médicos y maestros) derivadas de consecuencias teóricas de base (de cuya aplicación práctica Castro poco ha logrado para Cuba en 50 años, más bien todo
lo contrario), la metodología de Hugo Chávez parece acertada y acorde
con los tiempos que la política internacional depara para estos
momentos.
Por ello, tomando datos editados en la Web (Periodismo Histórico) que da nombre a esta columna, no pretendemos hacer un paralelismo entre ambas situaciones, pero es claro que aquellos acontecimientos que tuvieron lugar en Cuba en el transcurso de una auténtica revolución no constitucional,
radical, sangrienta y sin la anuencia de muchos cubanos que terminaron
por abandonar el país por no aceptarla, y que hoy constituyen una
férrea oposición, son totalmente diferentes en origen y talante. Pero,
no obstante, la cubana permanece en vigor con sus logros teóricos y
defectos ideológicos, hasta estos momentos por diversas causas
conocidas.
Efectivamente, con el triunfo político-revolucionario a partir de enero
de 1959, en Cuba se gesta un periodo de profundos cambios con respecto
a la administración anterior regentado por Batista. A este respecto el
propio Fidel Castro diría: "Sabemos que se iniciaba una etapa
enteramente nueva en la historia de la patria, que el camino será largo
y duro, pero que unidos estrechamente al pueblo, marcharíamos adelante.
Llegaba el momento de cumplir las promesas del Moncada".
La decisión para llevar a la práctica dicho programa, según fuentes
consultados en la bibliografía cubana, comenzó a ser una realidad desde
la misma toma del poder, adoptándose medidas que garantizaran, en
principio, el bienestar y justicia social para la mayoría de cubanos
que hasta aquel momento habían sido marginados por los poderes
coloniales precedentes.
Una de las primeras medidas llevadas a cabo por el nuevo régimen
revolucionario fue, entre otras, la liberación de todos los detenidos
políticos y el juicio sumario a los principales responsables de
criminales asesinatos, malversaciones y otros delitos graves cometidos
anteriormente, especialmente durante el periodo último de
gobierno “batistiano”, sospechándose que la cantidad de cubanos
fallecidos en circunstancias poco claras ascendía a más de veinte mil.
Lo mismo que indican que para Venezuela fue la política
del “puntofijismo”, según los teóricos seguidores del carismático líder.
Sea cual sea el resultado del referéndum, Chávez continuará en la
política activa (y pasará a la historia con cierto prestigio, incluso
con más que otros líderes revolucionarios de uno u otro signo o dictadores de todos conocidos), y será difícil que la Coordinadora Democrática, que
aglutina la variopinta oposición al presidente venezolano, pueda
aportar un líder válido y consensuado que enfrente a Chávez con éxito,
al menos en las auténticas elecciones que tendrán lugar hasta 2006 y, seguramente, con posterioridad.